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Etiqueta: Alejandro Toro

Brics, la puerta de entrada de Colombia a India

En un mundo cada vez más interdependiente, la política exterior no puede estar desligada de las oportunidades de desarrollo económico y social de los países. Las relaciones entre Colombia e India, aunque históricamente cordiales, hoy tienen el potencial de convertirse en un eje estratégico para el crecimiento de nuestra nación y una vía hacia una mayor inserción en el escenario internacional, es hora de mirar hacia Asia con pragmatismo, visión y ambición.

India con más de 1.438 millones de habitantes y una economía que ya es la quinta más grande del mundo en términos de PIB nominal, representa una oportunidad inmensa para Colombia y aunque nuestra balanza comercial con ese país aún está en proceso de maduración, pues en 2023 exportamos hacia India cerca de USD 1.400 millones, principalmente en carbón, petróleo y café, mientras que importamos alrededor de USD 700 millones en productos farmacéuticos, maquinaria y vehículos. Esto significa que, a pesar de tener una balanza comercial favorable, estamos lejos de explotar todo el potencial de complementariedad entre nuestras economías.

 

Por otro lado, es importante resaltar que India necesita energía y alimentos y nuestro país tiene ambos. Pero también tiene servicios, innovación, tecnología agroindustrial y talento humano. Además, hoy los mercados indios ofrecen oportunidades reales para productos colombianos con valor agregado como el aguacate hass, las flores, el cacao, las frutas exóticas, los textiles y los servicios basados en conocimiento y teniendo en cuenta el crecimiento de la clase media en India y su apertura gradual al comercio internacional es el momento para consolidar un relacionamiento comercial robusto y diversificado.

Existen ya mecanismos de cooperación bilateral que debemos potenciar como el Acuerdo de Cooperación en Ciencia y Tecnología firmado en 2005, que ha permitido el desarrollo de proyectos conjuntos en áreas como biotecnología y energías renovables. Además, desde 2018, India y Colombia cuentan con un mecanismo de consultas políticas que ha facilitado el diálogo bilateral y la exploración de nuevas áreas de colaboración. Sin embargo, estos espacios aún no se traducen en acciones ambiciosas y sostenidas, al país le urge materializar estas alianzas.  

Un camino claro para fortalecer esta relación es avanzar hacia un acuerdo comercial preferencial que reduzca aranceles y barreras no arancelarias para productos estratégicos a través del ingreso de Colombia a los BRICS, este bloque representa más del 40% de la población mundial y más del 30% del PIB global. Hacer parte de los BRICS no solo nos permitiría diversificar nuestras alianzas internacionales, sino acceder a nuevas fuentes de financiación, transferencia tecnológica y mercados estratégicos como el indio.

India es un actor clave dentro de los BRICS, su influencia en la definición de prioridades dentro del bloque, en especial en temas de cooperación Sur-Sur, tecnología y salud pública, es creciente. Si Colombia quiere aprovechar al máximo su acercamiento a India, hacerlo desde el marco de los BRICS podría facilitar sinergias políticas y económicas que hoy resultan más difíciles de alcanzar de manera bilateral. Por ejemplo, la creación de cadenas regionales de valor en biotecnología o energías limpias con participación de India y América Latina puede ser una realidad si contamos con espacios de integración más ambiciosos.

Es claro que la relación con india no puede seguir siendo marginal ni limitada a lo comercial, tiene que ser un pilar de nuestra estrategia de inserción internacional, no estamos hablando solo de exportaciones e importaciones, estamos hablando de construir un eje de cooperación sur-sur que redefina nuestra posición en el nuevo orden global. Colombia debe entender que la política exterior no es un lujo diplomático, sino una herramienta de transformación nacional, alianzas como la que podemos consolidar con india no solo amplían nuestras fronteras comerciales, sino también nuestras capacidades tecnológicas, científicas y productivas y si queremos insertarnos en las grandes discusiones del siglo XXI, energías limpias, salud global, innovación, seguridad alimentaria, necesitamos estar en la mesa donde se toman las decisiones.

La oportunidad está sobre la mesa, lo que falta es que Colombia dé el paso con decisión y construya una agenda común de desarrollo económico, cooperación tecnológica y liderazgo compartido. En un mundo donde el crecimiento depende de la integración, las alianzas estratégicas no son un privilegio son la diferencia entre quedarse al margen o impulsar la innovación, la inversión y la competitividad para convertirse en protagonista.

Alejandro Toro

Puerto Antioquia avanza imparable y pone a Urabá en el mapa del mundo

Esta semana, tres gigantes metálicos surcaron los mares desde China hasta Turbo, Antioquia. No son cualquier maquinaria: son grúas tipo Ship to Shore, entre las más modernas del continente, y su llegada marca un momento histórico para el país. Son el corazón tecnológico de Puerto Antioquia, el nuevo puerto que transformará no sólo la región del Urabá, sino también la forma en que Colombia se conecta con el mundo.

Estas grúas, fabricadas por la empresa Qingdao Haixi Heavy-duty Machinery Co., Ltda, pueden levantar hasta 65 toneladas en un solo movimiento y operar embarcaciones de gran calado, con capacidad para más de 14.000 contenedores. Son máquinas que respiran eficiencia, precisión y velocidad. Pero más allá de su tamaño y sofisticación, lo que traen consigo es una promesa: la de un futuro más próspero, más cercano, más justo.

 

Puerto Antioquia, cuya entrada en operación está prevista para 2025, será la primera gran terminal marítima del país con acceso directo desde el corazón productivo del interior. A menos de 400 kilómetros de Medellín, permitirá reducir en casi un 50 % la distancia que hoy deben recorrer nuestras exportaciones hacia los puertos tradicionales. Eso se traduce en menos tiempo, menos costos y más oportunidades.

Y esa oportunidad no es solo para las grandes empresas. Es también para los agricultores, los caficultores, los floricultores, los transportadores, los emprendedores. Para las familias del Urabá que, por generaciones, han estado al margen de las grandes autopistas del desarrollo. Ahora, el mar no queda lejos. Ahora, la economía global sí pasa por su puerta.

La historia de Puerto Antioquia es también la de un modelo distinto: una alianza entre lo público y lo privado, entre inversionistas internacionales, autoridades locales y comunidades. Más de 700 millones de dólares se están invirtiendo para que este sueño sea una realidad. Y no se trata solo de infraestructura: se trata de dignidad, empleo, educación, movilidad y progreso.

En su fase operativa, el puerto generará más de 1.500 empleos directos y unos 6.000 indirectos. Ya hay programas de formación para que los jóvenes del Urabá sean los primeros en ocupar esos cargos. Ya hay dinamismo comercial, nuevas vías, nuevos negocios. Fueron pilotos urabeños los encargados del atraque del buque con las grúas. La transformación no es promesa futura: es presente en movimiento.

Además, el proyecto avanza con un compromiso serio con el medioambiente. Las grúas operarán con sistemas eléctricos de bajo consumo, y se han implementado planes de conservación para los manglares, de monitoreo de biodiversidad y de gestión responsable de residuos. Desarrollo sí, pero no a cualquier costo. Desarrollo con conciencia.

Hoy, frente a las costas del Caribe, se levantan tres grúas que son más que estructuras metálicas. Son el símbolo de un país que decide apostar por la equidad territorial, por la eficiencia logística, por el futuro. Puerto Antioquia será una nueva puerta al mundo. Una puerta que, por fin, se abre para todos.

Alejandro Toro

Lideramos la CELAC, no podemos seguir pensando como colonia de Estados Unidos

Colombia hoy tiene una oportunidad histórica que no puede desaprovechar. Por primera vez, ocupa la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un espacio clave para la concertación política y la integración regional sin tutelajes externos. Pero esta presidencia debe ser más que simbólica. Debe ser estratégica.

Mientras tanto, del otro lado del continente, Estados Unidos —nuestro socio comercial tradicional— ha encendido una guerra de tarifas contra nuestras exportaciones, violando las condiciones del TLC que los sectores políticos tradicionales tanto defienden. Productos clave como el acero y el aluminio han sido golpeados con aranceles de hasta el 25%, además de los aranceles al 10% al resto de nuestras exportaciones, afectando nuestra industria, el empleo y nuestra balanza comercial. No es la primera vez que ocurre, y probablemente no será la última.

 

Ante este nuevo escenario, Colombia tiene dos opciones: esperar pasivamente a que Washington cambie de parecer o ejercer liderazgo desde la CELAC para abrir caminos nuevos, más dignos y más equilibrados.

La CELAC no es un foro ornamental. Es el único espacio que reúne a toda América Latina y el Caribe sin la presencia de Estados Unidos ni Canadá. Y si queremos que esa comunidad sea una fuerza real en el mundo multipolar que emerge, debemos actuar en consecuencia. Por eso, el momento exige que Colombia impulse desde la CELAC una agenda concreta de acercamiento a los BRICS y a los países que ya están en proceso de adhesión o asociados como Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Los BRICS representan una alternativa real al modelo de relaciones internacionales dominado por Occidente. Ya concentran más del 40% de la población mundial, cerca del 30% del PIB global y han iniciado procesos de desdolarización que desafían la arquitectura financiera tradicional. Con ellos, América Latina podría negociar en condiciones más simétricas, con mayores márgenes de soberanía y cooperación tecnológica, energética, comercial y financiera.

Este no es un llamado a romper con nadie. Es un llamado a diversificar. A no seguir siendo una economía dependiente, ni un apéndice subordinado del comercio estadounidense. Es, también, un acto de realismo geopolítico: si el mundo está girando hacia un nuevo equilibrio de poderes, América Latina no puede seguir esperando sentada.

Colombia tiene hoy la voz y el lugar para poner ese debate sobre la mesa regional. Puede convocar, articular e impulsar un grupo de países dentro de la CELAC que esté dispuesto a explorar una relación más profunda y estructural con los BRICS. No como una ocurrencia coyuntural, sino como una apuesta estratégica de largo plazo.

La presidencia pro tempore de la CELAC debe ser, entonces, el punto de partida para este viraje. Tenemos los instrumentos, el contexto y el respaldo político para hacerlo. Lo que necesitamos ahora es la voluntad.

Es hora de mirar al sur global. Porque el futuro no nos va a esperar.

Alejandro Toro

El presunto negocio político del gobernador con el Área Metropolitana del Oriente Antioqueño

La conformación del Área Metropolitana del Oriente Antioqueño no es solo un debate administrativo, sino una maniobra política disfrazada de planeación. La propuesta de integrar municipios como Rionegro, La Ceja, El Retiro, La Unión, El Carmen de Viboral, El Santuario, Guarne y San Vicente Ferrer bajo una única autoridad se presenta como una solución a problemas de movilidad, ordenamiento territorial y servicios públicos. Sin embargo, en la práctica parece responder a intereses particulares que buscan concentrar poder y recursos en unos pocos actores políticos y económicos, entre ellos el actual gobernador.

Ahora, esta no es una idea nueva. En 2019, cuando Andrés Julián Rendón era alcalde de Rionegro, ya había intentado imponer esta figura en alianza con la bancada uribista del Congreso y el entonces gobernador Luis Pérez. Desde entonces, el objetivo ha sido claro y persistente, convertir a Rionegro en un centro de poder regional, subordinando al resto del Oriente Antioqueño a una lógica centralista.

 

Se argumenta que esta integración optimizaría la asignación de recursos y mejoraría la planificación territorial. No obstante, a diferencia del Valle de Aburrá, donde la conurbación es evidente, los municipios del Oriente Antioqueño conservan dinámicas autónomas y realidades socioeconómicas diversas, por lo que forzar una estructura metropolitana artificial ignora estas diferencias y pone en riesgo la identidad y el desarrollo propio de cada municipio.

Además, esta figura metropolitana abriría una puerta de consecuencias a Municipios como Corconá y San Francisco quienes dependen de Rionegro para acceder a servicios básicos, desataría un conflicto para definir competencias y articular la gestión en el borde urbano-rural de los nueve municipios, tal como ocurre en el Valle de Aburrá con el AMVA y Corantioquia.

Sumado a lo anterior, el impacto fiscal de esta decisión tampoco ha sido discutido con suficiente transparencia, teniendo en cuenta que la creación del Área Metropolitana implicaría nuevas cargas tributarias, como la sobretasa ambiental, afectando a una población que no ha sido consultada de manera efectiva. A demás, la exclusión de Marinilla del proyecto demuestra la falta de consenso, incluso entre los municipios más cercanos y desarrollados.

Por otro lado, la autonomía municipal también está en juego, pues bajo dicha figura, decisiones clave sobre ordenamiento territorial, movilidad y planeación quedarían en manos de una entidad supramunicipal, reduciendo la capacidad de gestión de las administraciones locales y aunque Rionegro ha renunciado al derecho de veto, su peso demográfico y fiscal lo convertiría en la autoridad predominante, generando una relación desigual con los demás municipios.

Más allá de los argumentos técnicos, la integración metropolitana profundizaría las desigualdades territoriales en el Oriente Antioqueño, mientras Rionegro y La Ceja continuarían acaparando inversión en infraestructura y servicios, municipios como Argelia, Nariño y Granada seguirían rezagados, lidiando con la falta de desarrollo y las secuelas del conflicto armado.

La imposición de nuevos tributos metropolitanos encarecería el costo de vida en municipios con menor capacidad económica, dificultando el acceso a servicios básicos y frenando su crecimiento. A esto se suma el riesgo de subordinación de los municipios más pequeños a las decisiones de Rionegro, consolidando un modelo de gobernanza desigual que beneficiaría a unos pocos en detrimento del equilibrio regional.

El Oriente Antioqueño no necesita una integración forzada, sino una planificación territorial que respete sus particularidades y garantice un desarrollo equilibrado, es fundamental abrir un debate técnico serio, escuchar todas las voces y priorizar el bienestar de la ciudadanía sobre los intereses políticos y económicos de unos pocos. Esperamos que la Comisión de Ordenamiento Territorial de la Cámara de Representantes analice esta propuesta con rigor y evite que la supuesta integración termine siendo una imposición perjudicial para la región.

Alejandro Toro

Brasil podría ser nuestro principal socio comercial

Las relaciones entre Colombia y Brasil han sido tradicionalmente cordiales, pero insuficientemente aprovechadas. Como las dos economías más grandes de América del Sur después de Argentina, existe un enorme potencial para una mayor cooperación en comercio, infraestructura y políticas ambientales. Brasil, como miembro prominente de los BRICS, juega un papel clave en el equilibrio geopolítico global y podría convertirse en un socio estratégico fundamental para Colombia en un mundo multipolar.

Uno de los ejes de mayor interés es el comercial. Brasil ha sido históricamente el primer socio comercial de Colombia en América del Sur, pero los niveles de intercambio siguen siendo menores de lo esperado. En 2024, la balanza comercial entre ambos países registró un déficit para Colombia, con importaciones desde Brasil por un valor de $3,359 mil millones, mientras que las exportaciones colombianas sumaron $1,927 mil millones.

 

Fortalecer los lazos comerciales mediante una política de reducción de barreras arancelarias y logísticas podría generar mayores oportunidades para sectores como la agroindustria, la energía y la tecnología, aprovechando mecanismos ya existentes como el Acuerdo de Complementación Económica de Mercosur con el cual el 97% del universo arancelario está libre de arancel.

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A nivel de infraestructura, el desarrollo de corredores viales y fluviales que mejoren la conexión entre ambos países es una tarea pendiente. Iniciativas como la navegabilidad del río Putumayo podrían impulsar el comercio binacional y fomentar el desarrollo de zonas históricamente relegadas.

Otro punto clave en la relación es la cooperación ambiental. Como naciones con extensas zonas de la Amazonía, Brasil y Colombia tienen el deber de liderar iniciativas de conservación, lucha contra la deforestación y desarrollo sostenible. Un acuerdo más ambicioso en esta materia podría posicionar a ambas naciones como referentes en la protección ambiental a nivel global.

La cooperación en seguridad y lucha contra el crimen transnacional también es un tema prioritario en la relación bilateral. La extensa frontera compartida entre ambos países presenta desafíos en el combate al narcotráfico, el contrabando y otras economías ilegales. El fortalecimiento de estrategias conjuntas en inteligencia, control fronterizo y operaciones coordinadas podría mejorar la estabilidad en la región amazónica, beneficiando tanto a Brasil como a Colombia.

Además, la generación de estrategias conjuntas para potenciar la bioeconomía podría fortalecer sectores como la biotecnología, la farmacéutica basada en biodiversidad y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, fomentando la innovación y el desarrollo en ambos países. No se puede desaprovechar el que Colombia y Brasil hayan sido el año pasado las sedes de las dos cumbres más importantes sobre biodiversidad – la COP16 en Colombia – y cambio climático – COP30 en Brasil – gracias a un esfuerzo conjunto de los países para lograr la realización de tan importantes escenarios en la región.

Uno de los mecanismos más eficaces para consolidar esta alianza podría ser una posible adhesión de Colombia a los BRICS, lo que facilitaría una mayor cooperación en comercio, infraestructura y desarrollo sostenible bajo un marco institucional fortalecido.

El desafío principal para profundizar la relación es la falta de estrategias claras y de voluntad política para convertir a Brasil en un socio prioritario de Colombia. En un mundo donde la diplomacia económica es clave, Colombia debe mirar más allá de sus socios tradicionales y fortalecer su relación con Brasil no solo como vecino, sino como aliado estratégico en la integración regional.

Alejandro Toro

Consulta popular: ¿vamos a proteger a los trabajadores colombianos o a seguir explotándolos?

El anuncio de una consulta popular por parte del Gobierno Nacional ha abierto un debate trascendental para el futuro laboral de los colombianos. Esta iniciativa no solo busca recoger la voz del pueblo, sino también garantizar que los derechos fundamentales de los trabajadores sean respetados y protegidos. Quienes apoyamos esta consulta lo hacemos con la convicción de que es el camino para consolidar una sociedad más justa y equitativa.

Uno de los temas centrales de la consulta es la estabilidad laboral. En nuestro país, es común que los trabajadores sean contratados bajo figuras que no les garantizan seguridad ni continuidad en sus empleos. La reforma laboral propuesta pretende corregir esta práctica, asegurando contratos estables que brinden tranquilidad a las familias colombianas. No se trata solo de un beneficio individual, sino de un paso hacia la reducción de la informalidad y el fortalecimiento de la economía.

 

El reconocimiento del trabajo nocturno y dominical es otro punto clave. ¿Es justo que una persona que sacrifica sus noches y sus domingos para trabajar no reciba un pago adecuado por ello? Actualmente, el recargo nocturno solo aplica a partir de las 9:00 p.m., afectando a miles de empleados que trabajan desde mucho antes en condiciones desventajosas. La reforma busca cambiar esta realidad y garantizar un pago justo para todos.

Asimismo, es inaceptable que muchas empresas abusen de la figura de prestación de servicios para evadir responsabilidades laborales. Esta práctica priva a los trabajadores de estabilidad, prestaciones y derechos básicos como el pago de seguridad social por parte del empleador. La consulta popular permitirá que los ciudadanos decidan si quieren poner fin a estos abusos y exigir un marco laboral más equitativo.

Otro aspecto fundamental es el derecho a la seguridad social completa. Hoy en día, muchos trabajadores deben cubrir estos costos de su propio bolsillo, lo que disminuye su capacidad adquisitiva y los deja en una situación de vulnerabilidad. Con la reforma, los empleadores asumirían su responsabilidad en el pago de la seguridad social, garantizando una mayor protección para los trabajadores.

Además, es imperativo que se respeten derechos como las vacaciones pagadas y la imposibilidad de despidos sin justificación. Nadie debería perder su empleo de manera arbitraria ni ser privado de un merecido descanso después de meses de trabajo. La consulta popular nos permitirá decidir si queremos vivir en un país donde estos derechos sean inquebrantables.

El salario digno también está en juego. No es un secreto que millones de colombianos perciben ingresos que no les permiten cubrir sus necesidades básicas. Garantizar un salario justo no solo beneficia a los trabajadores, sino que fortalece el consumo interno y dinamiza la economía. Es una cuestión de justicia y desarrollo sostenible.

Asimismo, es crucial asegurar que madres y padres trabajadores tengan estabilidad y beneficios que les permitan cuidar de sus hijos sin poner en riesgo su sustento. La consulta nos dará la oportunidad de decidir si queremos que las familias colombianas puedan conciliar su vida laboral y personal sin temor a represalias.

Finalmente, debemos reflexionar sobre la importancia de un sistema de pensiones digno. No es aceptable que una persona que ha trabajado por 10 o 15 años en la misma empresa no tenga asegurado su derecho a una pensión debido a contratos temporales que evaden las cotizaciones a la seguridad social. La consulta será el escenario en el que podremos decidir si exigimos un retiro digno para todos.

En definitiva, esta consulta popular representa una oportunidad histórica para que los colombianos decidamos el tipo de país en el que queremos vivir. No se trata de ideologías ni de intereses políticos, sino de derechos fundamentales. La pregunta es clara: ¿queremos un sistema laboral que proteja a los trabajadores o seguimos permitiendo abusos e inequidades? La respuesta está en nuestras manos.

Alejandro Toro

Consulta popular: el grito del pueblo ante el bloqueo legislativo

Con la Comisión Séptima del Senado de la República, toda Colombia está sujeta a la tiranía de unos pocos. Ocho senadores han considerado que están por encima de la voluntad popular y le han cerrado la puerta al país de poder dar las discusiones que este ha reclamado. Ocho senadores que han actuado en línea con los grandes poderes económicos para bloquear en vez de construir, para negar el rol fundamental que tiene el Congreso como espacio de deliberación mediante la radicación de una propuesta de archivo que busca acabar de tajo con la esperanza de las trabajadoras y trabajadores de Colombia de unas condiciones laborales justas.

En este complejo escenario es que aparece la consulta popular como el mecanismo constitucional y legal con el cual se pronunciará el mandato popular frente a qué es lo que desea para el pueblo, o sea, para sí mismo. Si ocho personas creen estar por encima de los 14 millones que en las urnas exigieron a sus gobernantes un cambio,

 

está en la obligación el poder popular de volver a dejar claras sus exigencias, de manifestar que el voto de ocho no está por encima del voto de millones.

Se les olvida a los Senadores que con la Constitución Política de 1991 pasamos de una democracia representativa a una democracia participativa, tal como lo ha dejado claro en múltiples pronunciamientos la Corte Constitucional. En una democracia participativa el rol de la ciudadanía no se reduce a depositar un voto para elegir a un candidato, ni se vuelven los candidatos electos los dueños absolutos del ejercicio democrático, sino que se espera que los ciudadanos tengan una injerencia directa en su destino.

Esta es la consulta popular, uno de los mecanismos de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía previsto por nuestra Carta Magna en su artículo 103 y reglamentada mediante la Ley 134 de 1994 y la Ley 1757 de 2015. El marco normativo establece que la consulta popular sobre asuntos de carácter nacional podrá ser convocada por el Presidente de la República, en la cual se deben hacer preguntas redactadas de forma clara cuya respuesta pueda ser “SÍ” o “NO”.

O sea, el Presidente le preguntará a las colombianas y los colombianos si quieren o no que la noche empiece a las siete y no a las nueve en lo referente al pago de horas extras, si quieren o no que quienes sean padres tengan derecho a una licencia que les permita poder pasar un poco más de tiempo con sus hijos, si quieren o no que los jóvenes del SENA que están trabajando en una empresa se les pueda pagar mejor.

Para que la consulta sea una realidad se necesita que participen más de 13 millones de personas y que la mitad más uno de los participantes respondan afirmativamente las preguntas realizadas. Si esto se da, la Ley determina que la decisión tomada por el pueblo mediante la consulta es obligatoria y el órgano correspondiente deberá adoptar las medidas necesarias para hacerla efectiva. Si esto requiere una Ley, el Congreso deberá tramitarla en el mismo período de sesiones de la consulta o el siguiente.

Con la consulta se previene que por la postura antidemocrática de ocho se le niegue al resto de congresistas la posibilidad del debate. Se le recuerda además al Congreso que la democracia no se agota el día que los eligen, que el pueblo tiene mecanismos varios para presionarnos a cumplir con nuestra principal obligación, que es la de debatir. Y, se valida que la agenda de discusión no es manejada por los congresistas o por el Gobierno, sino que es el mismo pueblo el que decide qué es lo que quiere que sus gobernantes definan.

Alejandro Toro

Así reaccionaron los sectores políticos al llamado a una Consulta Popular

El anuncio del presidente de la república, Gustavo Petro, de convocar a una consulta popular para que los colombianos del común decidan la suerte de las reforma a la salud y la laboral, desde ya levantó la polémica entre los diferentes sectores políticos del país.

El primero en pronunciarse fue el representante a la cámara por el Pacto Histórico, Alejandro Toro, quien apoyo la idea del primer mandatario:

 

“La consulta popular es un instrumento legítimo. El pueblo será el que se pronuncie ante lo que una comisión le negó un trabajo digno a los colombianos al tumbar una reforma laboral”, afirmó.

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Para el senador del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, con la consulta popular se acaba el gobierno del presidente Gustavo Petro. Según el, en adelante el primer mandatario se dedicará a hacer política.

«Con la consulta popular se acaba el gobierno. Petro renuncia a ser Presidente y se dedica a la politiquería. Vamos a defender la democracia y vamos a enfrentar un gobierno dañino para el país», dijo el senador.

El senador liberal, Alejandro Carlos Chacón pidió no tener miedo al debate e invitó a los diferentes sectores políticos a dar el debate si la consulta es aprobada, «que sea el pueblo el que decida», escribió en su cuenta de la red social X.

Por su parte la representante a la cámara del Partido Alianza Verde, Catherine Juvinao, invitó al presidente de la república a abrir un diálogo nacional.

«Presidente, Ud. tiene herramientas para abrir un diálogo nacional e incluyente en el Congreso sobre la reforma laboral. Hágalo. Llamar a la violencia no puede ser el camino ni un mensaje que provenga de usted. El objetivo no puede ser incendiar sino lograr de verdad las cosas», escribió la congresista.

«Debemos evitar que las armas autónomas letales lleguen a manos de los ilegales»: Alejandro Toro

El representante a la cámara, Alejandro Toro, expresa su preocupación por que los grupos armados ilegales en un futuro podrían utilizar armas letales con inteligencia artificial, y las Fuerzas Militares y de Policía no estén preparadas para este tipo de combates.

Usted está pensando en la redacción y la presentación de un proyecto de ley que prepare al Estado para los momentos en que haya ataques sobre grupos armados ilegales con armas letales que utilicen inteligencia artificial, cuéntenos sobre eso.

 

Alejandro Toro: El proyecto es mucho más amplio. Es una discusión que se está dando a nivel mundial. sobre armas autónomas letales.

¿Cuáles son esas armas?

Alejandro Toro: Las que pueden tomar la decisión inclusive hasta de matar un objetivo sin intervención humana. Eso nos parece muy preocupante porque debería regularse. Hemos visto ya la utilización de drones por integrantes de los grupos armados ilegales, cosa que es preocupante y que debe llamarnos a una reflexión. Nosotros ya hemos presentado el proyecto de ley, que estamos en mora de presentar la ponencia, pero antes de hacer la ponencia haremos una gran mesa técnica donde esperamos invitar al Ministerio de Defensa, donde esperamos invitar a expertos, a la academia, a medios de comunicación para discutir sobre las armas autónomas letales.

Pero eso quiere decir que el Estado, las fuerzas militares y la Policía no están preparadas para este tipo de hechos que serían de suma gravedad

Alejandro Toro: La realidad es que el mundo no está preparado.

¿Cómo es que sí se sabe que puede ocurrir no se tiene lista la respuesta?

Alejandro Toro: La discusión en el mundo que apenas se está dando, porque una cosa es que utilicen un dron donde haya una persona manejando el dron y decidiendo dónde cae el explosivo, la otra es decirle al dron, busque objetivos y cuando cumpla esos requerimientos, usted mismo dispare. Esa es la diferencia entre las armas autónomas letales, que requieren de una menor intervención de los humanos. Entonces, hoy no estamos preparados, el mundo no está preparado porque nos lleva inclusive a hablar de Terminator, donde las armas toman decisiones por las personas.

Representante, si no hemos sido capaces de controlar la llegada de armas convencionales a manos de los ilegales, sí seremos capaces de evitar que armas con inteligencia artificial sean utilizadas por el ELN, las disidencias o el Clan del Golfo.

Alejandro Toro: Tenemos que lograrlo. Nosotros tenemos que seguir trabajando en este camino y en este caso ya inclusive la preocupación no es solo quién tiene el arma, en el caso de las armas autónomas letales, es quién maneja el algoritmo porque quien maneja el algoritmo es quien tiene la ventaja en la elaboración de estas armas.

Representante esto es bastante delicado, ¿Cómo así que la inteligencia militar y de Policía en Colombia no está preparada para ese escenario? Entonces, ¿No se contempló esta inversión dentro del presupuesto militar y de Policía?

Alejandro Toro: Estamos hablando de una línea que ni siquiera, como digo yo, el mundo está preparado.

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El apocalipsis laboral que traerá la IA

La inteligencia artificial (IA) avanza sin freno, devorando empleos y dejando un rastro de incertidumbre, precariedad y desesperanza. Lo que alguna vez se vendió como una revolución tecnológica prometedora hoy se perfila como una amenaza existencial para millones de trabajadores en el mundo y Colombia no es la excepción. Esto no es ciencia ficción ni alarmismo, es la cruda realidad de un sistema que reemplaza personas por algoritmos sin piedad ni contemplación.

Nos repiten como un mantra que la IA generará nuevos empleos. Pero, ¿en qué condiciones? ¿Quién puede competir con una máquina que nunca se cansa, no exige prestaciones y trabaja 24/7 sin cobrar un peso extra? La verdad es que los nuevos trabajos serán escasos y altamente especializados, dejando a millones fuera del mercado laboral, pues no todos pueden convertirse en programadores o expertos en inteligencia artificial de la noche a la mañana. ¿Qué pasará con los conductores, educadores, oficinistas y miles de trabajadores que sostienen la economía? La respuesta es brutal, el desempleo masivo, precarización y una brecha social insalvable.

 

En Colombia, donde el 56% de la población ocupada es informal, el panorama es aún más sombrío, si en países desarrollados ya hay alarma por la automatización, ¿qué nos espera a nosotros, donde las oportunidades laborales ya son insuficientes? La IA no solo amenaza a la clase media; también profundiza la desigualdad, creando una brecha insalvable entre quienes dominan la tecnología y quienes apenas logran sobrevivir. Mientras Silicon Valley se enriquece, nuestras calles se llenan de hambre y desesperanza.

Los gobiernos reaccionan tarde y mal, pues se habla de «renta básica universal» y «nuevas capacitaciones», pero esas soluciones son parches que nunca llegan con la rapidez necesaria. Mientras tanto, las empresas siguen despidiendo empleados sin que nadie les ponga freno. ¿Quién se hará cargo de los millones de desempleados que la IA deja a su paso? ¿Cuánto tardaremos en reconocer que la tecnología no es neutral, que está diseñada para maximizar ganancias a costa del bienestar humano?

El avance de la inteligencia artificial es imparable y las grandes corporaciones la implementan sin medir sus consecuencias humanas. En Colombia, empresas y bancos ya han sustituido trabajadores con sistemas automatizados y esto apenas comienza, si no se toman medidas urgentes, en pocos años enfrentaremos un país con menos empleo, más pobreza y una desigualdad más marcada.

Es hora de hablar con claridad,  la IA no es el enemigo pero el modelo económico que la impulsa sí lo es. No podemos aceptar un futuro donde la mayoría quede relegada a la miseria mientras unos pocos acaparan la riqueza generada por la automatización. La solución no es frenar el progreso, sino redistribuir sus beneficios, sin regulaciones, sin una política laboral adaptada a la era digital y sin un verdadero compromiso con la equidad, lo que nos espera no es una revolución tecnológica, sino un apocalipsis silencioso.

Alejandro Toro

La seguridad alimentaria: un pilar de la seguridad nacional y la cooperación con los BRICS

En un mundo interconectado, la seguridad alimentaria se ha convertido en un componente esencial de la seguridad nacional. Países como Estados Unidos, China e Israel han integrado esta perspectiva en sus estrategias nacionales, subrayando su importancia en tiempos de crisis globales. En Colombia, es crucial abordar la seguridad alimentaria como un asunto de seguridad nacional y evitar los errores del pasado, como el TLC con Estados Unidos, que puso en riesgo al agro colombiano.

En China, la seguridad alimentaria es un componente crítico de la seguridad nacional. En 2023, el país promulgó la “Ley de la República Popular China sobre la Garantía de la Seguridad Alimentaria” para lograr la “seguridad absoluta” en granos básicos y la autosuficiencia en otros cultivos. En Estados Unidos, se reconoce que “la seguridad alimentaria es seguridad nacional”, con legislación reciente para proteger las tierras agrícolas de la propiedad extranjera. Israel también ha integrado la seguridad alimentaria en su estrategia nacional, destacando su importancia en un sistema alimentario resiliente.

 

La cooperación con los BRICS ofrece una oportunidad para fortalecer nuestra seguridad alimentaria sin comprometer la integridad de nuestro sector agropecuario. A través de la asesoría en industrialización, acceso a créditos para nuestros campesinos y la apertura a nuevos mercados, podemos integrarnos en un marco de cooperación que proteja y potencie nuestra producción agropecuaria.

Es fundamental que cualquier acuerdo incluya medidas claras para proteger a nuestros agricultores, asegurando que la integración en los mercados internacionales no comprometa la soberanía alimentaria del país. No se puede olvidar que el Acto Legislativo 03 de 2023 reconoce al campesinado como sujeto de especial protección constitucional, por lo que el Estado tiene la obligación de priorizar sus derechos teniendo en cuenta su relacionamiento con la tierra para la producción de alimentos.

La seguridad alimentaria debe ser un eje central de nuestra política nacional, garantizando que, al integrarnos con los BRICS, lo hagamos de una manera que fortalezca nuestra resiliencia y nuestro desarrollo sostenible.

Además, la integración con los BRICS puede ofrecer beneficios significativos para el sector agrícola colombiano, incluyendo el acceso a mercados diversificados, tecnología avanzada y recursos financieros que impulsen la modernización y la sostenibilidad de nuestra agricultura.

En definitiva, la colaboración con los BRICS debe ser vista como una estrategia integral que, además de fortalecer nuestra seguridad alimentaria, permita el desarrollo sostenible de nuestro sector agropecuario.

Alejandro Toro

El Conpes 4144: Un paso clave para el futuro de la Inteligencia Artificial en Colombia

La reciente expedición del CONPES 4144 de 2024 marca un hito en la transformación digital del país con la adopción de la Política Nacional de Inteligencia Artificial. Esta iniciativa busca posicionar a Colombia como un actor relevante en el desarrollo y aplicación de la IA, garantizando su uso ético y sostenible. Con una inversión estimada de 479.273 millones de pesos hasta 2030, la estrategia define líneas de acción concretas para fortalecer la infraestructura, la investigación y el desarrollo de talento en IA.

Un gran acierto del documento es que plantea a la política como transversal a todo el aparato gubernamental.Si bien hay carteras con más responsabilidades que otras, como el Ministerio de Ciencia o el de TIC, todos los sectores administrativos tienen alguna actividad por desarrollar para el correcto cumplimiento de los objetivos de la política, lo que demuestra un reconocimiento de que la IA genera afectaciones en todos los ámbitos de la vida económica, social y política.

 

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Uno de los principales enfoques del CONPES 4144 es la gobernanza y ética en IA. Se plantea la necesidad de fortalecer los mecanismos regulatorios para garantizar que los sistemas de inteligencia artificial operen de manera responsable y alineados con principios éticos. Esto incluye el desarrollo de normas para la transparencia en el uso de datos y la verificación del cumplimiento de estándares internacionales.

En el ámbito de la infraestructura tecnológica y datos, la política busca mejorar la conectividad digital, garantizar la interoperabilidad de bases de datos y expandir la capacidad computacional del Estado. Estas medidas son fundamentales para facilitar la investigación y el desarrollo de aplicaciones de IA en distintos sectores económicos y sociales.

Otro aspecto clave es la promoción de la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en IA. A través del incentivo a la inversión pública y privada, se pretende fortalecer la capacidad científica y tecnológica del país. Esto permitirá desarrollar soluciones innovadoras en áreas estratégicas como salud, educación, seguridad y medio ambiente.

Asimismo, el CONPES 4144 pone especial énfasis en el desarrollo de talento digital y la apropiación social de la IA. Se busca reducir las brechas de conocimiento en el uso de estas tecnologías mediante programas de educación y formación especializada. Esta estrategia permitirá que más colombianos accedan a empleos en la economía digital y aprovechen los beneficios de la automatización y la IA.

En cuanto a la mitigación de riesgos y efectos no deseados de la IA, la política establece medidas para prevenir impactos negativos en la privacidad, el empleo y la equidad social. Es fundamental que la adopción de estas tecnologías no genere desigualdades y que se garantice su implementación de manera justa y transparente.

Por último, el documento resalta la importancia de fomentar el uso y adopción de la IA en el sector público y privado. La modernización del aparato estatal y la transformación digital de las empresas serán clave para incrementar la competitividad del país en un mundo cada vez más impulsado por la automatización y la inteligencia artificial.

El CONPES 4144 representa una apuesta ambiciosa para el futuro de Colombia, con un enfoque de trabajo interinstitucional que requiere la coordinación efectiva entre entidades clave del sector público para su éxito. La inversión planificada y la implementación de estas líneas de acción pueden consolidar al país como un referente en el desarrollo y aplicación de IA en América Latina. Sin embargo, el éxito de esta política dependerá de su ejecución efectiva y de la articulación entre el sector público, la academia y la industria tecnológica. Ahora el reto es garantizar que esta hoja de ruta se traduzca en avances concretos que beneficien a toda la sociedad.

Alejandro Toro

¡Elon Musk ahora decisivo en elecciones en Alemania!

Después de la reciente influencia de Estados Unidos en procesos electorales, Elon Musk dirige ahora su atención hacia Alemania. Su respaldo al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y a su líder, Alice Weidel, busca consolidar su papel como actor influyente en la política global.

La AfD, que podría duplicar su representación en el Bundestag en las elecciones de mañana, 23 de febrero de 2025, se perfila como una fuerza decisiva tanto en el parlamento como en la elección del favorito, Friedrich Merz. Al igual que Donald Trump, la AfD promueve una política de intervención estatal limitada y fronteras estrictas.

 

La influencia de Musk es tanto digital como económica. Como propietario de plataformas tecnológicas y con inversiones significativas en Europa, su apoyo tiene un peso considerable. No es la primera vez que busca incidir en procesos políticos: ha mostrado su simpatía por el presidente argentino Javier Milei y ha respaldado a figuras de la derecha en Italia, como la primera ministra Giorgia Meloni. En septiembre de 2024, Musk presentó a Meloni con el premio Global Citizen del Atlantic Council en Nueva York, destacando su estrecha relación. 

He propuesto en varias columnas el peligro que representan los “Estados Digitales”: entidades sin fronteras físicas, con miles de millones de habitantes, donde las decisiones de sus líderes impactan directamente en el futuro de naciones soberanas.

Fechas clave:
• 9 de enero de 2025: Musk participa virtualmente en un evento de campaña de la AfD junto a Alice Weidel.
• 23 de febrero de 2025: Elecciones federales en Alemania, donde la AfD podría aumentar su representación parlamentaria.

La convergencia de influencias digitales y económicas redefine las dinámicas políticas tradicionales, cuestionando la soberanía de los Estados-nación frente al poder de los gigantes tecnológicos.

Alejandro Toro

IA: ¿Esclava del capital o aliada de la humanidad? El debate que Petro llevó a Dubai

La Cumbre Mundial de Gobiernos es un foro global organizado desde 2013 por los Emiratos Árabes Unidos. Es un espacio que reúne a líderes gubernamentales, representantes del sector privado y actores de la sociedad civil para abordar los retos del futuro, para preguntarse cómo los gobiernos del mañana deben aprovechar la innovación y la tecnología para garantizar los problemas universales de la humanidad.

La 12° edición de la Cumbre desarrollada el presente año en Dubai contó con la participación de más de 30 jefes de Estado, 400 ministros, 80 organizaciones internacionales, 140 delegaciones gubernamentales y más de 6.000 participantes.

 

Quien quiera subestimar la relevancia de la Cumbre demuestra su desconocimiento en geopolítica. Que se haya invitado al Presidente de Colombia a participar en este importante espacio demuestra que en el contexto global sí se reconoce la capacidad de prospectiva del Presidente Petro, que sabe que su gobierno acaba en 2026 pero los desafíos a los que se enfrenta Colombia y el mundo seguirán vigentes en los años por venir, siendo el de la IA uno de los más urgentes.

Colombia no puede quedarse atrás en la carrera por la IA, ya China demostró con DeepSeek que es posible desarrollar el software sin la necesidad del hardware más potente tal como lo estaban haciendo creer las compañías estadounidenses. La discusión que puso Petro sobre la mesa en Emiratos Árabes es: ¿para qué la IA?

No se puede malinterpretar las palabras del Presidente con las de un ludita, su intervención no pide de forma alguna la destrucción de las máquinas que le dan vida a la IA. Lo que Petro pregunta de manera acertada es cuál es la lógica que va a determinar el desarrollo de la IA, si va a ser una de búsqueda de ganancia infinita bajo un modelo capitalista ciego ante el hecho de que los recursos para la producción son finitos, o bajo una lógica democrática donde se reconozca que la IA es un cúmulo del conocimiento colectivo humano y debe ser puesta por lo tanto en servicio del colectivo, de la supervivencia de la especie.

He aquí donde aparece la contradicción, característica propia del capitalismo en el contexto de la IA. Se ha vendido como un medio para aumentar la productividad de manera infinita con unos costos de producción inmensamente bajos porque se elimina el trabajo humano, el factor que más peso tiene a la hora de calcular el valor de desarrollar un bien o mercancía; pero, si no hay trabajos disponibles, ¿quién va a adquirir aquello que la IA produce?

En el momento en el que emerjan los conflictos sociales a causa de la desigualdad exacerbada que puede producir la IA, no van a ser los dueños del capital los que propongan una salida, no va a ser el pirómano que provocó el incendio el que se encargue de apagarlo. Tenemos que volver al campo de la política para encontrar el contrapeso al desarrollo de la IA guiada por los rendimientos económicos como fin en sí mismo.

Fue esta una de las principales conclusiones que dejó el discurso del Presidente y que se vio ratificada la misma semana con la adhesión de Colombia a la Declaración de Líderes de la Cumbre de Acción sobre la IA en París, la cual busca que en un marco de gobernanza global se asegure que la IA sea abierta, transparente, ética y segura; que sirva para dar oportunidades a partir de un impacto positivo en la transformación del mercado laboral; que su desarrollo sea sostenible para el planeta y sin concentraciones monopolísticas que pongan en riesgo la recuperación industrial pos pandemia.

La pregunta no es si debemos adoptar la inteligencia artificial, sino bajo qué principios lo haremos. Petro ha planteado con acierto una de las cuestiones más relevantes de nuestro tiempo: ¿seguiremos el camino de la ganancia infinita y la concentración de poder o construiremos una lógica democrática donde la IA esté al servicio del bienestar común? El tiempo para decidir es ahora. No podemos dejar en manos del mercado un debate que definirá el destino de nuestras sociedades.

Alejandro Toro

Colombia y China: el camino agrícola por recorrer

El mundo mira a China como el gran mercado del siglo XXI, y Colombia no puede darse el lujo de ser espectadora, menos en un momento donde Estados Unidos amenaza con imponer tarifas insostenibles a todos los productos que entren a su país. Con una demanda creciente de alimentos —desde proteínas hasta frutas exóticas—, el país asiático representa una oportunidad histórica para transformar el agro colombiano. Sin embargo, aprovecharla exige superar viejos rezagos y actuar con la urgencia que impone la competencia global.

El primer factor habilitante es el avance en certificaciones sanitarias, un requisito que durante años limitó las exportaciones. Hoy, Colombia ha logrado hitos clave: en 2024, doce plantas procesadoras de carne bovina recibieron luz verde para exportar a China, un mercado que solo el año pasado importó 10.7 millones de toneladas de este producto. Este logro, impulsado por el estatus de país libre de fiebre aftosa con vacunación, permitiría enviar hasta 100,000 toneladas anuales, según proyecciones del Ministerio de Agricultura. A esto se suma el aguacate Hass, certificado desde 2022, que gracias al clima colombiano puede producirse todo el año, a diferencia de la oferta estacional de Perú o México. Estos casos demuestran que, cuando hay coordinación entre sector público y privado, se abren mercados impensables hace una década.

 

Nota recomendada: Lecciones de deepseek: cómo Colombia puede forjar su propio camino en la era de la IA

Pero los protocolos son solo el primer paso. China no compra potencial: compra volúmenes, calidad constante y logística eficiente. Aquí surge el segundo factor: la infraestructura. Colombia sigue pagando un “costo país” que encarece sus productos. Transportar un contenedor de Bogotá a Shanghai cuesta un 30% más que desde Brasil, según la Cámara Colombo-China. Mientras Chile aprovecha sus puertos en el Pacífico para enviar cerezas en 22 días, Colombia enfrenta cuellos de botella en Buenaventura y una red vial fragmentada. Proyectos como el ferrocarril del Pacífico —donde empresas chinas han mostrado interés— podrían cambiar la ecuación, pero requieren decisión política y velocidad.

El tercer elemento es la innovación en productos con valor agregado. China ya no es solo el mercado de las materias primas: su clase media busca café especializado, snacks saludables y frutas únicas. Colombia exporta café a través de intermediarios como Starbucks, pero no existe una marca país que compita con los arándanos peruanos o los vinos chilenos. La uchuva, el lulo o la gulupa —frutas autóctonas con alto valor nutricional— ni siquiera figuran en las estadísticas, a pesar de su potencial en nichos gourmet. Tampoco se ha explotado la denominación de origen: un café de Nariño o una pitaya del Huila podrían ser tan distintivos como un Malbec argentino, pero falta estrategia de posicionamiento.

Aquí entra el cuarto factor: la diplomacia comercial. Mientras Chile y Perú negocian con China desde la Alianza del Pacífico, en Colombia no se ha avanzado en el proceso de pensar un TLC con China. La vía rápida por lo pronto son las misiones inversas: traer compradores chinos a ver fincas y plantas de procesamiento, como se hizo exitosamente con el limón Tahití en 2023. Además, se necesita un sello de sostenibilidad que diferencie los productos —carne carbono neutro, café bajo en huella hídrica—, algo que el Gobierno podría desarrollar con apoyo de gremios como Fedegán.

El riesgo de la inacción es claro. Brasil ya domina el 75% del mercado chino de soja; Argentina y Uruguay se reparten la carne premium. Colombia llega tarde, pero tiene ventajas únicas: biodiversidad, tierras subutilizadas y proximidad geográfica al canal de Panamá. La inclusión de Buenaventura en la ruta de la naviera china más importante que hay, Cosco Shipping, demuestra que Colombia tiene una posición privilegiada de cara al mercado chino.

El momento es ahora: cada día sin avances consolida a otros países en la mente de los importadores chinos. El agro colombiano puede ser más que un sector tradicional: puede ser una potencia alimentaria. Pero para ello, necesita dejar de mirar hacia el norte y volcar sus ojos —y sus cultivos— hacia el oriente.

Alejandro Toro