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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Opinión

La historia detrás de la novela “Seúl 88”

Primero agradecieron en coreano; la narradora repitió en inglés: a partir de ahora tendrán lugar dieciséis días de competencias en cada sede. Deseamos a todos los atletas buena suerte y mucho éxito. Así finalizó la ceremonia de apertura de los Juegos de la XXIV Olimpiada, el 17 de septiembre de 1988.

Mi hermana cumplía años y se preguntaba si sus amiguitos irían a su fiesta. Mi hermano disfrutaba viendo las mascotas Olímpicas de los juegos pasados, entre las que se robaba el protagonismo Hodori, el tigre Amur de Seúl 88. Mi madre lidiaba conmigo esperando que diera mis primeros pasos en aquellas tierras exóticas, enigmáticas y lejanas. El cónsul, ya para esa época parte de nuestra familia, charlaba con mi padre como si fueran viejos conocidos. Mi madre y él, embelesados, escuchaban las anécdotas, unas cómicas y otras sublimes, sobre la cultura coreana.

 

Todo son fotografías en la mente de cada uno de ellos. Seúl 88, la novela publicada por la Editorial Escarabajo, es el cuadro completo, página tras página, que resalta un lugar, un pueblo y un momento donde se construyó la historia. Es el relato de vivencias reales, en cabeza de tres protagonistas ficticios; Constantino, un mayor del ejército de Colombia que ha sido designado para representar al país ante el Comando de Naciones Unidas y Corea del Sur; Margarita, su esposa, una antropóloga que se refugia en la escritura de cuentos buscando superar la pérdida de un hijo y Orlando, un alma libre, y el designado cónsul en Seúl.

Así, tan esperanzados como temerosos, cinco colombianos viajamos a la Corea meridional separada de su hermana del Norte en treinta minutos en el año de 1945 y por cuya existencia como configuración política, cientos de soldados del Batallón Colombia ofrendaron sus vidas.

En medio de una nevada que aún mi madre describe como cegadora, mi familia arribó a Seúl. En el aeropuerto internacional de Kimpo nos recibió un amable diplomático de origen opita. ¿Un apretón de manos entre mis padres y aquel hombre era garantía suficiente de que todo saldría bien?

Los acontecimientos que vinieron después podrían arrojar pistas: visitas a la frontera entre las dos Coreas, el espionaje urbano, la soledad de los expatriados, la nostalgia vista en las heridas centenarias, el choque de las culturas, el susto latente ante la posibilidad inminente de una guerra nuclear, y, en contraste, la celebración de los Juegos Olímpicos y el culmen del Milagro en el río Han. Todo ello me enseñó que la familia y la patria misma son parte de una herencia superior a nosotros mismos.

A medida que fui creciendo, descubrí de dónde provenía la medalla coreana que mi padre portaba en sus veneras; aprendí el valor del baúl de olmo, (bandaji) que mi madre adoraba en la sala; y escuché un sinfín de veces que yo me demoré en soltar la lengua, gracias a que en la casa me criaban en español, la ajumma jugaba conmigo en coreano, y el televisor me atontaba en inglés.

A la Guerra de Corea también la llaman La Guerra Olvidada, debido a la falta de atención pública que recibe en comparación con la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam. De alguna manera, lo mismo ocurre con los soldados, marinos y aviadores que combatieron en las montañas, bosques y ríos de Corea, y en los mares que rodean la península. Los colombianos debemos recordar siempre que alrededor de cinco mil hombres del Batallón Colombia lucharon contra chinos y norcoreanos entre 1951 y 1953.  

Un día, la novelista y Premio Nobel estadounidense Toni Morrison dijo: “Si hay un libro que realmente quieres leer pero aún no se ha escrito, entonces debes escribirlo”. Pues bien, “Seúl 88” es el libro que quise leer y nunca encontré en las estanterías de las bibliotecas y librerías.  Por lo tanto, deseo que esta novela toque el alma de los lectores y acerque a mis compatriotas a capítulos de nuestra propia historia como nación, contada desde la ficción. 

¿Quién es Felipe González Girado?

Además de escritor, con Magister en Creación Literaria de la Universidad Internacional de Valencia, Felipe González Giraldo es un destacado abogado con más de 14 años en el oficio. Cuenta con una especialización en Derechos Humanos y Derechos Internacional Humanitario por la Universidad Sergio Arboleda. También es Magíster en Derecho por la Universidad Externado de Colombia y Magíster en Artes Liberales de la Universidad de Chicago.

Sobre esa doble faceta, Felipe González dice: “Siempre fui escritor y mi profesión como abogado me permitió aprender materias que quizá nunca habría descubierto si me hubiera dedicado sólo a escribir, sin el conocimiento de otras disciplinas o artes. Grandes escritores fueron abogados. Traigo a colación a Franz Kafka, Yukio Mishima, Mario Vargas Llosa o Marguerite Duras. Incluso Leo Tolstói o García Márquez estudiaron Derecho antes de dedicarse por completo a las letras. De este modo, el abogado–escritor gana por partida doble, porque la vida alimenta la literatura y la literatura enriquece la vida”.

 “Seúl 88” es una novela histórica basada en hechos reales. Luego de combatir en las selvas de Antioquia, Constantino, un militar colombiano, es enviado junto con su familia en misión diplomática a la República de Corea, casi cuarenta años después del retorno del Batallón Colombia, el único ejército latinoamericano en pelear en la Guerra de Corea (1950-1953).

Por: Felipe González Giraldo, novelista colombiano

El gas natural, seguirá subiendo

Todos sabemos que nuestro recibo del gas lamentablemente sigue al alza y no es para menos, actualmente no se tiene un plan real que permita mitigar a corto plazo un proceso de regasificación diferente al de Ballena en el departamento de la Guajira y que puede estar listo en 1,5 años, eso dice TGI.

El tema además de ser económico y como todos los servicios públicos en su monopolio, Ecopetrol no suelta la cuerda a pesar de que el Ministerio de Minas y Energía le ha solicitado voluntad política para el grupo de Energía de Bogotá, al darle la administración. Donde, TGI invertiría cerca de US$150 millones para la instalación de una FRSU, permitiendo que ingrese más gas importado y poder anclarlo a gasoducto Ballena-Barranca, mejorando el suministro por la infraestructura que presenta al centro del país.

Esto dependerá del modelo de negocio que manifieste TGI, que más allá de la voluntad con suplir la molécula tan valiosa, valioso es el negocio del que Ecopetrol piensa a largo plazo en un contrato como esté, en un privado.

 

Los más afectados seguramente en menos de un año, sean por un lado el mercado no regulado, industrias y grandes consumidores, teniendo una variabilidad en su precio que puede superar el 200%; actualmente se compra el gas en US 9, pero este puede llegar a US20 o US30 de acuerdo con la necesidad de gas importado que se requiera.

El otro afectado, tal cual, como la energía, somos los del mercado regulado, que actualmente pagamos el 20% por millón de BTU y podría llegar al 30 o 40%, a pesar de los $1,3 billones pagados en subsidios por parte del ministerio de minas en lo que va del 2025, al sector del Gas Combustible Domiciliario y Gas Licuado de Petróleo (GLP).

Como lo he comentado anteriormente, el problema se acrecentó desde el año 2020, se ha evidenciado que el consumo se ha elevado un 68%.

Si nos quedamos con una sola regasificadora, por ejemplo, entre el 10 y el 14 de octubre SPEC (la única en el país) entrara en mantenimiento, y solo en 4 días afectará los departamentos de Atlántico, Bolívar, Cesar, La Guajira y Magdalena, sin tener otra opción diferente que suspender el servicio.
Bajo este panorama es importante tener en cuenta las cifras que ha mencionado el gestor de mercado en su último informe, indicando que para el próximo año el faltante para el primer trimestre del 2026 pasaría de 58 MBTUD a 117 MBTUD.

No se sabe aún cual será la decisión, mientras tanto sigue en crecimiento y el país debe prepararse.

Iván Santisteban

Ideología y polarización del medio ambiente: un absurdo civilizatorio

Uno de los aspectos de la vida humana en los que los políticos y el poder económico logran una polarización violenta es el medio ambiente. De no creer: en las condiciones generales de vida sobre la tierra no hay distingos; si la casa mayor se estropea para la vida humana, todos sufriremos. La desigualdad hará que los poderosos la pasen menos mal, pero nadie quedará indemne.

En Colombia, el vínculo de la izquierda con la defensa de la tierra tiene raíces campesinas: la toma de baldíos, la confrontación contra el latifundio, los asesinatos de defensores ambientales. La violencia ligada a la apropiación ilegal de tierras y posteriormente al narcotráfico convirtió en automático el constructo de que proteger la naturaleza era “cosa de la izquierda”. Así, el dogma se instaló en ambos extremos: quienes defienden la tierra quedan estigmatizados de izquierda, y quienes la depredan justifican su acción como defensa del orden o del desarrollo, de derecha.

 

Este dilema es especialmente estúpido, en su acepción de diccionario de torpeza notable para comprender las cosas, porque pone en riesgo la vida de todos. Desde la razonabilidad, en el sentido que la entiende Savater frente a la mera racionalidad instrumental, ni siquiera debería existir debate y mucho menos polarización. Incluso si los negacionistas tuvieran algo de razón, desde el principio de prudencia del derecho romano se zanja: ante la duda, abstente. En cuestiones de riesgo mayor, la lógica exige prevención.

La divulgación del problema ambiental ha perdido fuerza porque guerras y conflictos políticos parecen más urgentes. Pero la amenaza climática sigue como espada de Damocles sobre la humanidad. Como suele ocurrir, lo urgente desplaza a lo importante. Y quizá solo cuando toquemos fondo, ese sufrimiento extremo que Dostoievski describe como detonante de transformación, reaccionaremos. El riesgo, advierten los científicos, es que para entonces sea demasiado tarde.

La polarización política también ha golpeado a la ciencia. En Estados Unidos, el presidente Trump convirtió a los investigadores del clima en blanco de ataque ideológico, priorizando beneficios monetarios inmediatos frente a la razonabilidad preventiva. La racionalidad económica se ha impuesto a la fuerza sobre la prudencia que salvaguarda la supervivencia.

Con esta perspectiva, la polarización ambiental resulta insulsa. Cada cual puede creer lo que quiera, pero la razonabilidad, en términos de supervivencia, debería llevarnos a actuar al unísono.

En términos estratégicos, aparece la brecha entre lo que “debiera ser” y lo que efectivamente “pudiera hacerse” (Fonseca, 2014). Lo deseable sería que la razonabilidad prevaleciera. Pero la desigualdad extrema del mundo y el poder económico aferrado a la utilidad inmediata impiden esperar una respuesta rápida y seria. La única salida parece ser virar los incentivos: alinear los intereses de quienes concentran el poder con la urgencia de atender la crisis ambiental.

Aquí Edgar Morin, padre del pensamiento complejo, ofrece luces. En su reciente libro “Despertar” reconoce la paradoja: detener el crecimiento económico es necesario para salvar el planeta, pero mantener el crecimiento es imprescindible para que funcionen las sociedades modernas. Los líderes suelen optar por los intereses particulares e inmediatos, manteniendo el crecimiento. Morin propone una política inteligente declarada: decrecer en lo que contamina y destruye, crecer en lo que protege y regenera (Despertar, Morin, 2024).

A esa visión conviene añadir una dimensión más: no solo promover lo regenerativo, sino impulsar sola la innovación que desde el inicio no destruya (Fonseca, 2020). La transición energética debe ir más allá de sustituir lo existente; debe anticipar las nuevas y crecientes demandas sin repetir errores. El reto no es menor: ampliar un mercado donde múltiples oferentes compitan con soluciones limpias, bajo reglas que internalicen el costo de reparar la naturaleza y marginen monopolios.

Si no hemos logrado contener al capitalismo voraz, al menos podemos reorientar su energía: desplazar la producción contaminante hacia la regenerativa e insertar lo ambiental en los flujos del mercado, para que incluso los actores más poderosos tengan incentivos de permanencia bajo un paradigma distinto. Paralelamente, debemos abordar la otra crisis que Morin señala: la del pensamiento. El cambio climático no solo exige soluciones técnicas, sino un viraje cultural y cognitivo que nos permita pensar de manera más compleja y menos fragmentaria.

El desafío es enorme: conjurar la amenaza vital lo más pronto posible, dentro de las mismas reglas humanas que han creado esa amenaza. Con este enfoque, la polarización sobre el medio ambiente se revela por lo que es: un absurdo peligroso. Frente al riesgo mayor, la única opción razonable es actuar. No hacer nada no es, ni de lejos, una opción inteligente.

Rafael Fonseca Zarate

La primera línea de Petro

Hablaré sobre la primera línea de Petro, y no precisamente de la cercanía y de la afinidad del presidente con el grupo de manifestantes del estallido social en Colombia del 2022, tampoco de los cuestionamientos sobre su relación con las drogas, como lo han sugerido algunas personas cercanas al él durante los últimos años. Habló de su primera línea de funcionarios y del círculo cercano para sacar adelante el plan de Gobierno.

Aunque el término primera línea hace referencia a las posiciones militares en áreas de guerra, hay un contexto de una organización estatal, donde se marcan las jerarquías y los liderazgos, para orientar el éxito o el fracaso de esta.

 

Es evidente, el mayor karma que ha tenido #PetroLíderMundial ha sido su incapacidad para armar una línea sólida de altos funcionarios que lo respalden y así sacar adelante sus planes y reformas. Desde el inicio de su periodo quedó en evidencia la dificultad para consolidar un equipo firme, capaz de mantenerse unido.

Un primer remezón ministerial que sacó del radar a figuras experimentadas en gestión pública fue el comienzo de una serie de episodios vergonzosos que acapararon la atención de la opinión pública. Verónica contra Nicolás, Hollman contra Nórida, Laura contra Armando, Carlos contra Alfredo, Francia contra Laura, Laura contra Gustavo, Eduardo contra Armando y las que aún quedan por ver.

Lo que hemos evidenciado en la cúspide de esta pirámide, se replica perfectamente en la gestión de cada una de las instituciones gubernamentales. El desequilibrio que existe entre el interés personal y el colectivo nunca había sido tan marcado como lo es en este Gobierno. Ni que decir de su incapacidad para alinear discursos y movilizar jugadas políticas en el Congreso.

Y claro que al interior de todos los gobiernos hay fricciones, pero nunca se había visto tanta rencilla escalada a escenarios mediáticos, como las vistas desde hace tres años. El gobierno de Petro sabía que su mayor reto era mantenerse unido para afrontar la férrea resistencia que iba recibir, gracias al poco margen con el que ganó las elecciones en el año 2022.

Insinuar a Gustavo Petro como líder mundial es un mal chiste, eso no es serio. Es insensato, cruel y va en contra de toda teoría de liderazgo existente para las organizaciones. Incapaz para armar un grupo que supiera respaldarlo, y débil para mantener la armonía al interior de su séquito, son sus cartas de presentación para cargar banderas y causas que le quedan grandes a todas luces.

Hoy queda la sensación de que Petro fue usado por varias personas de su círculo cercano para satisfacer sus vanidades personales: salir del anonimato, aumentar su poder dentro del Estado, apalancar campañas futuras, mover negocios y aprovechar al máximo los cuatro años de este Gobierno para sacar la mejor tajada.

El petrismo como proyecto político se quedó solo en un discurso, que aún sirve para mantener la fidelidad de los seguidores, quienes incapaces de ver la decadencia de su caudillo buscan razones para aplaudir sin reflexión. Ojalá que Petro guarde muy bien el discurso que le regaló impreso su actual directora del DAPRE, Angie Rodríguez, como un recuerdo de una fidelidad que le fue esquiva en su paso por la presidencia.

Petro nunca pudo armar una verdadera primera línea de gobierno.

Luis Carlos Martínez

Respeto por la ley

Respeto por la ley es la base de toda sociedad humana. La ley es un mandato para quien ostenta el poder y gracias a ella los pueblos y las civilizaciones avanzan. Donde no hay respeto por la ley, reinan el desorden, la insania, la anarquía y la injusticia. Cuando El Eterno dictó la ley a Moshe, le entregó la base para la construcción social del Pueblo de Israel, Desde entonces, La Torá se ha mantenido incólume, ni una sola letra ha sido alterada, lo que ha permitido hacer del pueblo judío una gran nación y el gran Estado que hoy es Israel.

Acatar la ley garantiza la existencia de la especie humana. Por ello la educación para el cumplimiento de la ley es la más importante enseñanza desde la más tierna infancia. La ley existe para acatarla, jamás para incumplirla. La ley es mandatoria, por ende, se acepta, se acata y se cumple. Razones por las que se hace necesario que, la ley además de ser general, universal, pública, sea clara, precisa, concisa y sin ambigüedades. Entre más desarrollado sea un estado, sus ciudadanos tienen mayor respeto por la ley.

 

Todo gobernante al tomar posesión de su cargo, jura respetar y acatar la ley. Quien gobierna es el primero en acatar, respetar, cumplir y hacer cumplir la ley porque se encuentra bajo el imperio de la ley, nunca sobre Ella. En el derecho internacional existe la máxima latina “Pacta sunt servanda”, que significa, los tratados son para cumplirlos, empero, los acuerdos se cumplen. El gobernante asume el poder bajo un acuerdo ciudadano amparado por la ley. Lamentablemente, los estados no están exentos que, sus ciudadanos, en el juego de la democracia, elijan como gobernantes a personas que no respetan la ley, ni la propia, ni la ajena, carentes de sentido ético de la legalidad. La elección de ese tipo de gobernantes es el reflejo de sus electores que también carecen de sentido respeto por la ley, son mayoría y triunfan en las urnas. La democracia suele castigar a los mejores y premiar a los peores.

Quien a lo largo de su vida ha infringido la ley no puede dar lecciones de respeto por la ley, tampoco permitirá suponer que la acatará, por el contrario, la atacará. En Latinoamérica, eligen en muchos casos, gobernantes con oscuros pasados de sedición, rebeldía y revolución en contra la ley ¿Qué les hace creer que quién ha irrespetado la ley podrá ser un buen gobernante? Jueces y abogados no están para hacer de la ley, burla.

El gobernante que irrespeta la ley propia, jamás podrá respetar la ajena; expondrá a sus conciudadanos a la vergüenza y al escarnio internacional, cargarán con la pena y la mácula del mal gobierno de su patria. Para ellos serán las filas eternas en los puertos migratorios y los tratos de tercera por parte de autoridades extrajeras, nunca serán bien recibidos fuera. El gobernante que irrespeta la ley, irrespeta a su pueblo y, arroja afrenta que pocas veces se remediará.

Quien hace del irrespeto por la ley su consigna, no puede ser buen ser humano y menos buen gobernante. Será un chirrete con poder temporal, auspiciado por otros chirretes que, también suelen irrespetar la ley acompasados por la ordinariez, la fealdad, la pereza, el mal gusto y altas dosis de resentimiento. Es hora de escribir una nueva historia, dejar de romantizar como héroe y como víctima al que irrespeta la ley. El venezolano Simón Bolívar (1783-1830) por ejemplo, no fue un buen modelo a seguir; fue subversivo tan detestable que, ni las leyes que ayudó a erigir supo respetar. Los pueblos requieren héroes y generalmente, escogen a los incorrectos. Sin respeto por la ley, las sociedades y los países se hacen inviables.  

León Ferreira

Siempre hay una palabra de esperanza

A mi buzón de mensajería instantánea llegan mensajes de todas las partes del mundo, ¿no les sorprende la inmediatez de nuestros días? A mí es de esas cosas que a veces me vuelan la cabeza: una amiga que me pone al día de los avances de sus hijos, desde Colombia; otra desde España me cuenta su último renacer después de haber atravesado el desierto humano que es el divorcio y otra me manda una nota de voz preguntándome por el inicio de curso, desde Estados Unidos; otra me cuenta que ha conseguido una subvención enorme para un proyecto de desarrollo en Kenya, lo hace desde Londres…

Lo medito. La inmediatez de la comunicación, la cuasi instantaneidad de la comunicación, de las palabras que expresan ideas, las oraciones que forman nuestros pensamientos… Grandioso.

 

Como grandiosa es la capacidad misma de comunicarnos, de expresarnos a través de la palabra. Somos únicos en esto y me atrevería a decir que es lo que como especie nos diferencia del resto y nos coloca en la cúspide; esa capacidad propia de poner en común, de compartir ideas, sentimientos, informaciones…

Al hilo de las ideas, las palabras, la comunicación…estos días andaban muchos en España pendientes de si Su Majestad el Rey Felipe VI ante el auditorio de Naciones Unidas pronunciaba la palabra genocidio para referirse a la barbarie inhumana que están sufriendo cientos de niños, mujeres y hombres inocentes en la franja de Gaza. Esa palabra, que significa e identifica al parecer el peor de los delitos que un pueblo ejerce sobre otro, se han apropiado para describir el infierno humano de esa parte del mundo. Muchos olvidan que los pobres palestinos sufren el doble, porque no sólo Israel los acribilla, sino que sus propios dirigentes, líderes y defensores los usan de escudos ante los judíos y el propio mundo. Doblemente vilipendiados y nadie exige a Hamas que pare esta barbarie en pro de su propia gente, que deponga las armas, que libere a los rehenes que llevan casi dos años enterrados en vida, bajo los túneles que recorren la franja de extremo a extremo, de lado a lado. Si con la misma vehemencia se denunciaran otros genocidios… Cada vez que oigo o leo la palabra en cuestión lanzo plegarias por los cientos de cristianos que casi cada semana mueren acribillados en Nigeria, y por los miles de niños que no nacen porque son diagnosticados con síndrome de Down, eso sí es un genocidio, un exterminio ante el que el mundo guarda un silencio cómplice, porque a muchos les parece bien que esas vidas no nazcan, no merecen la vida. Y las plegarias son instantáneas, llegan de inmediato, aunque parezca que no hay respuesta.

Para el mundo unos muertos valen más que otros, según las ideas o intereses que haya detrás de ellos.

¿Les cuento un secreto? No hemos nacido para este mundo, hemos nacido en él, y toda vida vale lo mismo, así que toda muerte también. Tal vez nos afecte más o menos, pero el valor de las personas no cambia porque nuestros sentimientos sean más o menos intensos. Me tatuaría esta frase…

Entre esas comunicaciones cuasi inmediatas que recibo de mis amigas me ha llegado el discurso de la viuda de Charlie Kirk, Erika Kirk. Ella, ante un auditorio increíblemente abarrotado dejó clara esta misma idea: nadie vale más que nadie. Y tras minutos deshaciéndose en amor por un marido muerto, al que honró con increíbles recuerdos personales, al que siguió como guía de su proyecto de vida y sostuvo como raíz de la familia que ambos habían formado, perdonó de corazón al asesino de su marido, porque ella, y su marido, saben mejor que nadie que el odio no se combate con más odio y son de los que viven lo que saben. ¡Qué mujer más increíble! Y lo dijo ante un Trump que desprende ramalazos de odio ante todo el que se le enfrenta.

Mensajes así de esperanzadores, que me llegan de todas las partes del mundo, me reafirman en mis convicciones humanas de que la palabra, la comunicación, cuando sirve a la verdad, es la mejor de las armas para derribar la locura de mundo que nos estamos dando.

Almudena González

La confusión y el miedo

No se conciben a sí mismos como un gobierno sino como un proceso. Este proceso busca eliminar el pacto de 1991 y reemplazarlo por el pacto de la Picota convirtiendo a la retaguardia social del crimen en poder constituyente, una especie de versión gansteril de Toni Negri. Es por eso por lo que no importan los resultados en administración pública, o en gestión de gobierno, porque el proceso es un relato, un relato sobre la reivindicación, la venganza y el odio para justificar la destrucción. En esta narrativa no importa, por ejemplo, que la salud funcione, lo que importa es que ya no la manejan las elites, o las oligarquías. Esto mismo vale para los fondos de pensiones, el crédito educativo, la minería, las concesiones viales, o el petróleo. Esta especie de linchamiento a servido para transformar un movimiento de reivindicación en un movimiento de adhesión que celebra la destrucción y la violencia. Frente a este movimiento radical la respuesta de la sociedad ha sido la confusión y miedo.

En su libro La mente de los justos, Jonathan Haid plantea que las sociedades poseen, en mayor o menor grado, lo que él denominó “capital moral” que es “el grado en que una comunidad posee conjuntos interconectados de valores, virtudes, normas, practicas, identidades, instituciones y tecnologías que se combinan bien con los mecanismos psicológicos evolucionados y, por lo tanto, permiten a la comunidad reprimir o regular el egoísmo y hacer posible la cooperación”. Lo que busca la estrategia del odio es precisamente destruir el capital moral de la sociedad, hacer imposible la cooperación y aislar a los ciudadanos expulsándolos de la comunidad política. Pero a su vez, el capital moral es la única forma de oponerse a la estrategia del odio porque preserva a la comunidad de la narrativa de culpabilización que el odio necesita para avanzar en el desmantelamiento de la sociedad.

 

El odio es capital simbólico que ha sido transformado en capital político, ese es el gran logro del Pacto Histórico, por lo tanto, lo que le incumbe a la posición es convertir su capital moral en capital político. La confusión y el miedo ha sido el resultado de la incapacidad de la clase dirigente y en general de la elites, para enfocar políticamente el enorme capital moral de nuestra sociedad. En el marco de un realismo constructivo es posible reconstruir políticamente un lenguaje común que no es otra cosa que el rechazo de la ciudadanía a una por el miedo.  El lenguaje del capital moral es entonces, en primer lugar, un alegato de inocencia.

El concepto de capital moral nos sirve también para comprender mejor el proceso que están llevando adelante las fuerzas vinculadas con lo extremistas que están en el gobierno. Siguiendo con el libro de Jonathan Haid, “si tratas de cambiar una organización o una sociedad y no consideras los efectos de sus cambios en el capital moral, te vas a meter en líos. Éste, creo, es el punto ciego fundamental de la izquierda.”  Este punto ciego permanecerá así mientras el revanchismo satisfaga emocionalmente a los sectores de la sociedad que tienen ese sentimiento arraigado, y en los sectores que lo justifican, o sea, durante mucho tiempo.

Pero el capital moral está ahí y está encontrando su expresión en voces que provienen de escenarios ajenos a la clase política y a las elites y que cuentan una experiencia vital autentica y enérgica y por lo tanto, radical porque no se puede mediar con el odio y porque dejar atrás la confusión y el miedo exige claridad y determinación. Derrotar al odio, que dice representar a las victimas de la opresión y que gobierna como vengador de esas victimas culpado a toda la sociedad, implica una postura sin concesiones en favor de la inocencia de esa sociedad,  ese es el fundamento de nuestro capital moral y la base de la victoria.

Jaime Arango

La baja natalidad como oportunidad para el planeta

En distintas partes del mundo se repite la advertencia de que la disminución de la natalidad y el envejecimiento de la población representan una amenaza para el desarrollo económico. En Colombia la discusión no es ajena, la tasa de natalidad bruta en 2023 fue de 13,48 nacimientos por cada 1.000 habitantes y la tasa de fecundidad actual apenas alcanza 1,1 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional de 2,1. Las cifras muestran que en 2024 se registraron cerca de 453.901 nacimientos, lo que significa un 12 por ciento menos que en 2023 y una caída del 31 por ciento respecto a 2015.

Frente a estos datos algunos insisten en que el país estaría condenado a una “crisis demográfica” que pondría en jaque al sistema productivo y de seguridad social. Sin embargo, este planteamiento encierra un falso dilema. Lo que realmente debería preocuparnos no es que nazcan menos niños, sino que persista un modelo de desarrollo económico basado en la expansión sin límites que choca de frente con la sostenibilidad del planeta.

 

Más población significa mayor presión sobre ecosistemas frágiles como el Amazonas, la Sierra Nevada o los páramos. También implica más consumo de energía, más residuos y una huella ambiental que la Tierra no puede soportar. La reducción del número de nacimientos puede contribuir directamente a disminuir la huella de carbono, pues menos población implica menores niveles de emisiones, un consumo de recursos más controlado y un aporte significativo a la lucha contra el calentamiento global. En ese sentido la baja natalidad no es una amenaza sino una oportunidad para reorganizar nuestras prioridades hacia economías centradas en la innovación, la redistribución justa y el bienestar humano, en lugar de medir el progreso por la simple suma de habitantes y mercancías producidas.

La abundancia de mano de obra en las últimas décadas ha permitido normalizar la explotación laboral, los bajos salarios y la precariedad, mientras el crecimiento económico se ha sostenido en la extracción intensiva de recursos naturales. Una sociedad con menos nacimientos puede abrir paso a otra lógica que apueste por empleos de calidad, que garantice sistemas de protección para los adultos mayores y que reconozca que el verdadero desarrollo radica en mejorar la calidad de vida y no en multiplicar la población.

Este escenario abre además una necesidad impostergable, fortalecer la inversión social, la salud preventiva y la educación pública de calidad, especialmente en zonas apartadas donde la juventud enfrenta desigualdades históricas. Si Colombia logra ampliar su red de hospitales y centros de salud con enfoque preventivo, garantizar oportunidades educativas dignas y pertinentes y crear condiciones que devuelvan la esperanza a las y los jóvenes, el país podrá romper con los ciclos de pobreza y violencia que han marcado su historia. Menos nacimientos no significan menos futuro siempre y cuando sepamos invertir en quienes ya están aquí y en mejorar sus condiciones de vida.

Me alegra también por las mujeres y por sus derechos, porque poco a poco se están acabando aquellas “paridoras” sometidas que no descansaban en su vida de criar y lactar en detrimento de sus sueños personales. La baja natalidad les abre horizontes de autonomía, libertad y realización, rompiendo con un mandato cultural que las confinó durante siglos a la reproducción y al sacrificio silencioso.

Es hora de que el Estado y la sociedad colombiana asuman esta realidad demográfica como una oportunidad y no como una amenaza. Deben dejar de lado las recetas cortoplacistas que buscan impulsar la natalidad a toda costa y comprometerse a construir un modelo social y económico que garantice dignidad, equidad y sostenibilidad. Apostar por un país que reduzca su huella de carbono, que aporte a frenar el calentamiento global y que invierta en el bienestar integral de sus habitantes es la mejor manera de preparar a Colombia para el mañana.

Al final algunos perderemos el goce de ver crecer y jugar con los nietos, pero tal vez la humanidad se salve de tanto “criao de abuela” y de la carga insoportable de una sobrepoblación que ya no tiene cómo sostenerse.

Luis Emil Sanabria D

Colombia, baja de nota

Todos los países son observados por las firmas calificadoras del riesgo soberano de la deuda que ellos han contraído mediante la emisión de títulos con respaldo de la Tesorería General de la Nación y su concepto es de mucha relevancia, pues da cuenta tanto de la capacidad como de la voluntad de los gobiernos de turno de cumplir sus obligaciones de pago, sobre todo en tratándose de los países considerados como emergentes como Colombia.

Ello es determinante para el acceso a los recursos de financiamiento y también de la afluencia al país de la inversión extranjera directa (IED), de tal modo que una baja en la calificación se traduce en dificultades para el acceso al crédito y en el encarecimiento del mismo. En este orden de ideas lo peor que le puede pasar a un país en este frente es la pérdida del grado inversionista de su deuda soberana por que dicho mensaje denota riesgo y pérdida de confianza.

 

Recientemente el ministro de Hacienda hizo alarde del supuesto “éxito” que se había anotado al colocar $15 billones en TES, que según él mostró el gran apetito  por ellos, cuando la realidad es otra, su afirmación es falaz. Prueba al canto: los intereses pactados fueron de 11,304% para los TES con vencimiento en 2029, 12,49% los de 2033, 13,120% los de 2040, 13,196 para los de 2046 y 13,060 para los de 2050, todos por encima de los niveles registrados al cierre de 2024. Como lo asegura el Director de Fedesarrollo Luis Fernando Mejía Colombia actualmente paga la segunda tasa de interés más alta en títulos de deuda a 10 años entre las 40 economías más importantes del mundo. Según él, “según la percepción del mercado, las tasas de interés que paga Colombia por su deuda son demasiado altas en comparación con la calificación crediticia que tiene el país. 

En otras palabras, el mercado considera que Colombia está pagando intereses más altos de lo que debería, dado su nivel actual de riesgo crediticio”. Huelga decir, que el desequilibrio fiscal, sumado a la reducción de la calificación, además de incrementar las tasas de los bonos de deuda pública, le resta espacio de maniobra al Banco emisor para mantener la senda de la baja de la tasa de interés de intervención, que tanto presiona el Gobierno.

Pues bien, como se recordará, en 2021, en simultánea,  las calificadoras de riesgo S&P y Fitch Ratings rebajaron la nota a la deuda soberana de la deuda de Colombia de BBB- a BB+, en enero de 2024 S&P, no obstante que mantuvo la calificación BB+, rebajó la perspectiva a negativa y en junio de 2024 la firma Moody´s, aunque mantuvo la nota en Baa2, cambió la perspectiva a negativa. Y más recientemente, a raíz del incumplimiento primero y luego del abandono de la Regla fiscal por parte del Gobierno al apelar a la Cláusula de escape de la misma llevaron a las calificadoras de riesgo, empezando por Fitch Ratings (BB+), a revisar y a degradar la calificación de la deuda con todas sus consecuencias.

En efecto, en junio 26 Moody´s, que es la única calificadora que le mantiene el grado de inversión éste bajó hasta el último escalón, Baa3, a un paso del grado especulativo. En concepto de Moody´s, “la decisión de suspender la Regla Fiscal “es negativa porque confirma que el deterioro del déficit y las métricas de deuda observado en el 2024 se va a repetir en el 2025”. Por su parte para Fitch Ratings “la suspensión de la Regla fiscal y las amplias desviaciones de las proyecciones presupuestarias han afectado la credibilidad de la política fiscal”.

Además, plantea que “el plan de reducción del déficit se basa en medidas de ingresos inciertas, incluyendo una reforma tributaria no especificada y recortes de gastos atrasados que implementará la próxima administración tras las elecciones del próximo año…La falta de medidas de consolidación detalladas en el Marco fiscal y su calendario propuesto implican una gran incertidumbre en las perspectivas de implementación”. Definitivamente, el signo de los tiempos para las finanzas públicas en Colombia es la incertidumbre y la crisis de confianza!

En estas circunstancias, tramitar y aprobar por parte del Congreso de la República el proyecto de presupuesto general de la Nación (PGN) presentado a su consideración por parte del Congreso, no obstante estar desfinanciado, es una pésima señal, pues las firmas calificadoras de riesgo tomarán atenta nota de ello y pueden deteriorar aún más la calificación, al tiempo que se le dificultará aún más el acceso al crédito a Colombia, amén del encarecimiento de su deuda. Huelga decir que con el aumento de la deuda pública, que ya supera el 60% del PIB y el servicio de la misma le restan espacio en el PGN a la inversión, que es la única partida flexible del mismo.

Si bien el ministro de Hacienda accedió a recortar $10 billones al monto del mismo, quedando en $546.9 billones, $16.9 siguen sin respaldo presupuestal, por lo que será menester aplazar o recortarlo, de no aprobarse por parte del Congreso el proyecto de ley de financiamiento para arbitrarlos, como ya sucedió con el presupuesto de la actual vigencia.

Amylkar Acosta

“Benditas” entre los candidatos

Quiera Dios que su bendición las acompañe en seguir cargando la cruz de unas elecciones calientes, extremas y verbalmente discriminatorias. Esto porque por primera vez en la historia electoral de los colombianos, las mujeres se toman las encuestas, los sondeos de opinión, los medios masivos, las redes sociales y los colores e ideologías de partidos, movimientos o comités por firmas para intentar ser candidatas oficiales por una colectividad e ir con toda la “verraquera” que les caracteriza a pelear la presidencia y luego administrar el poder ejecutivo.

Un derecho a ser elegidas desde 1954. Histórico!

 

Permítame, amigo lector, matizar sobre el dato de tener hasta la fecha de la redacción de este contenido a 13 mujeres entre 103 intencionados en esta larga y peleada contienda por llegar al cargo público más poderoso de Colombia en las elecciones del 2026. Aunque esta cifra demuestra una alta participación masculina, las nuevas ‘damas de hierro criollas’ en sus perfiles y apariciones mediáticas han demostrado tener preparación académica, experiencia en sectores públicos y privados, solidas argumentaciones en sus narrativas y conocedoras de los contextos sociales, económicos, culturales y políticos del país. ¿Una de ellas podrá ser la ungida por sus directrices políticas y los electores?

Ellas, en su mayoría, además de ser figuras públicas se infiere han ejercido su rol de cónyuges, madres, separadas, viudas, incluso cabezas de familias, escenarios en donde la coherencia, la responsabilidad y la seriedad para la toma de decisiones juegan un papel trascendental, y en donde la visión y futuro de familia son de palabras mayores. Desde esa emocional opinión podría salir una coherente opción presidencial.

De hecho, la mujer colombiana en su sangre tiene esa fortaleza para sacar adelante grandes iniciativas o proyectos con sendos resultados. Los ejemplos pululan desde los estratos más vulnerables hasta los más distinguidos. Las mujeres están de moda, incluso en la política, insisto en mis redacciones.

Pero este propósito no se puede lograr de un solo totazo y teniendo presente la historia política patria. La muestra del botón es que María Fernanda Cabal, pre candidata por el Centro Democrático siempre ha mostrado desconfianza frente al total respaldo de su partido y su jefe máximo en respaldar sin prejuicios a una mujer. Por el contario, los vientos soplan en favor de los varones de la derecha.

Por la izquierda, son menos alentadores los presagios de, María José Pizarro, que siente a pasos agigantados la presencia de dos alfiles zurdos como Iván Cepeda y Daniel Quintero, ambos de los amores ideológicos de su mesías. Las 13 valientes deben enfrentar los filtros de los partidos, de las consultas, de las ideologías, de las violencias de género y de la recolección de firmas…

Lo positivo de las 13 valientes es que representan líneas que van desde la izquierda progresista alineada con el actual gobierno, pasando por el centro representado por un discurso anticorrupción, hasta una derecha coherente con la evidente inseguridad del país. Cada una tiene, igualmente, una agenda propia de temas, representan diversas regiones, alcanzan sus nichos particulares en las redes sociales y se han ganado un digno puesto entre la política y los políticos tradicionales. “cada mujer que logra hacer campaña y proponer su nombre es en sí misma un triunfo, incluso si no se reconoce como feminista, porque el simple hecho de romper esa barrera ya constituye un avance en los derechos de las mujeres”, Lina Céspedes, experta en temas de género.

Claudia López, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín, Juana Carolina Londoño, María José Pizarro, Carolina Corcho, Susana Muhamad, Luz María Zapata, Gloria Flórez, Sondra Macollins, Clara López y Martha Bernal, son bendecidas entre ese selecto grupo de aspirantes porque el sistema electoral, con sus defectos y virtudes, les permite una democrática participación que puede culminar, solo el destino tendrá la respuesta, en un triunfo femenino como sucedió en México. O también es oportuno entender a estas 13 valientes como un propicio punto de partida para que las mujeres en poco tiempo sean candidatas firmes sin los engorrosos filtros politiqueros y de género. Nuestra democracia sigue más viva que nunca, recalco.

Edgar Martínez Méndez

La radio como detonante de la violencia en Colombia

RESUMEN: Elementos como la radio, el licor y la oratoria avivaron los conflictos en campos y ciudades, de acuerdo con un nuevo libro del historiador Carlos Roberto Pombo.

Por: Alexander Velásquez, escritor y periodista.

 

La historia sobre la violencia en Colombia está llena de fábulas, datos inexactos e interpretaciones erradas sobre ciertos hechos. Con el ánimo de desenredar el hilo, el historiador Carlos Roberto Pombo Urdaneta, actual presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá, se propuso demostrar que no todas nuestras desgracias obedecieron exclusivamente a la lucha encarnizada entre los partidos Liberal y Conservador.

El resultado de sus pesquisas es un libro ameno titulado “Discordia y progreso: la primera mitad del siglo XX en Colombia”, publicado bajo el sello Taller de Edición Rocca, con prólogo del periodista y escritor Juan Esteban Constain.

El autor agarró con pinzas los acontecimientos que van desde la Guerra de los Mil Días —en la cual peleó el general Rafael Uribe Uribe— en los albores del siglo XX, hasta el llamado Frente Nacional, a mediados de siglo, —cuyo primer presidente fue Alberto Lleras Camargo—, una especie de tregua de dieciséis años para que una parte del país dejara de matarse. De acuerdo con esta investigación, el conflicto no se extendió de manera uniforme por todo el país. Regiones como la Costa, por ejemplo, fueron casi que ajenas a lo que pasaba en ciertas zonas del interior del país, caso del departamento del Tolima.

Una cita del expresidente Lleras Camargo, recogida en este libro, resume el ambiente político del momento: “La violencia más típicas de nuestras luchas políticas es la que hace atrozmente víctimas humildes en las aldeas y en los campos, en las barriadas de las ciudades, y es producto de choques que ilumina el alcohol con sus lívidas llamas de locura”.

De tal suerte que hubo tres elementos que caldearon los ánimos de la sociedad: licor, radio y oratoria. El investigador se refiere al excesivo consumo de alcohol entre la gente, al poder de la radio para propagar mensajes que alborotaron a las masas y los discursos venenosos de ciertos líderes.

El licor estuvo presente en el campo de batalla, en los encuentros sociales y hasta en el Capitolio Nacional, donde una discusión acalorada entre congresistas armados acabó con la vida de uno de ellos, por lo cual se prohibió el ingreso de armas y licor.

El alcohol, el machete y el fusil estuvieron presentes en el campo de batalla. Los soldados untaban sus totumas con pólvora porque, decían, eso los emberracaba más. Borracho estaba en 1928 el general Carlos Cortés Vargas cuando, en medio de la huelga contra la United Fruit International, ordenó dispararles a los trabajadores indefensos, en lo que se conoce como la Matanza de las bananeras. En “Discordia y progreso” se narran los detalles del asesinato a hachazos del general Rafael Uribe Uribe, a manos de dos carpinteros bajo los efectos de la chicha.

Los ríos de sangre los precedía los litros de licor, tanto así que tras el asesinato de Gaitán se prohibió por decreto el consumo de chicha.

La radio se prestó para desinformar y agitar aún más los sentimientos ciudadanos. Buena parte de la población la oía mientras se embriagaba, “pues en todas las tiendas y bares había receptores”. “En los años cuarenta, Colombia contaba con setenta emisoras radiales; había más receptores de radio por persona que en cualquier otro país latinoamericano”, se lee en unos de los capítulos de esta obra.
Por su parte, la oratoria despertó “las pasiones más bárbaras entre la gente”, ese fuego se esparció a través de los transistores, incitando a la gente a tomar las armas. En la lista de oradores virulentos figura el expresidente conservador Laureano Gómez, descrito como un “de ademanes impetuosos y gestos coléricos”, quien amenazó con volver “invivible la República”.

La iglesia católica no se quedó atrás. Desde el púlpito, monseñor Miguel Ángel Builes afirmaba “que ser liberal era pecado”.

El antídoto que permitió conjurar el caos y “los egos enceguecidos por la soberbia” fue la civilidad, ese remedio efectivo contra el afán belicoso de los humanos. Porque los colombianos también hemos sido capaces de abrazar el progreso con determinación, de eso también trata este ensayo a lo largo de sus 270 páginas.

Polarización en la era digital: el verdadero poder tras la IA y el Big Data

En un artículo reciente (Ideologías y polarización: enfrentamiento insulso, 26 de agosto de 2025) señalaba que la polarización política en Colombia y en el mundo suele ser un debate vacío, atrapado entre visiones extremas de izquierda y derecha ya sin vigencia, solo con fines manipulativos de la opinión pública. El punto de quiebre en ese artículo era el papel del Estado: unos defendiendo su reducción al mínimo, otros justificando su expansión ilimitada. Pero advertía que esa discusión resultaba estéril frente a los problemas estructurales del capitalismo contemporáneo: concentración económica, captura del Estado y corrupción sistémica.

En este artículo esa reflexión necesita ampliarse, y por lejos. El escenario contemporáneo ya no se limita a la economía industrial o financiera: estamos frente al capitalismo digital, dominado por la inteligencia artificial (IA), el Big Data y las plataformas tecnológicas que concentran poder en una escala inédita. Si antes el debate entre Estado y mercado era el terreno de la polarización, ¿qué ocurre cuando el verdadero poder se desplaza hacia corporaciones privadas, transnacionales, capaces de controlar no solo los datos, la información y la manera en que pensamos, sino hasta concentrar ilimitadamente el dinero del mundo?

 

Un poder sin precedentes

La IA y el Big Data transforman radicalmente las bases sobre las que se discutían las funciones del Estado en el siglo XX. Tres elementos ilustran esta mutación:

  1. Información en tiempo real. Lo que Hayek consideraba como conocimiento disperso, o la imposibilidad de que alguien centralizara toda la información, se ha convertido en la materia prima de algoritmos que procesan millones de datos al instante. El problema discutido perdió vigencia y ahora ya no es la escasez de información, sino su concentración en pocas manos.
  2. Capacidad predictiva. Así como las corporaciones hoy usan algoritmos para anticipar la demanda minimizando cada vez más el error de estimación, los gobiernos pueden usar IA para ayudar a los pequeños agricultores con la predicción de la demanda de sus productos para su siguiente ciclo de cosecha, gestionar tráfico, identificar patrones de criminalidad, prever crisis energéticas o una infinidad de información útil para evitar que la información se convierta en un instrumento de manipulación de unos pocos que la disponen, sino que la previsión legítima sea un activo real de la sociedad.
  3. Nuevo monopolio. Plataformas como Google, Meta, Amazon, Alibaba o Microsoft concentran capital, datos y la infraestructura tecnológica que hoy es esencial para la vida económica y social. No son solo empresas grandes, sino actores globales con más capacidad de influencia que muchos Estados.

Estos factores no eliminan los viejos problemas como monopolios, captura, corrupción, sino que los amplifican, y en qué manera. El poder económico ahora incluye la capacidad de condicionar opiniones, vigilar ciudadanos y moldear democracias.

Viejas teorías, nuevos retos

Los economistas clásicos del liberalismo ofrecen luces parciales frente a esta nueva realidad.

  • Mises y el problema del cálculo. Su argumento contra la planificación central pierde fuerza: hoy es posible procesar volúmenes masivos de datos sin precios de mercado. Sin embargo, sigue en pie la pregunta que ningún algoritmo resuelve: ¿quién decide qué es justo, prioritario o ético?
  • Hayek y el conocimiento disperso. La ironía es brutal: el orden espontáneo que él defendía desembocó en la mayor concentración de información de la historia. En lugar de mercados libres, tenemos gigantes digitales que actúan como gobiernos privados.
  • Galbraith y el poder compensatorio. Su advertencia sobre oligopolios industriales parece una caricatura frente a monopolios digitales que dominan simultáneamente mercados, información y opinión pública. Los contrapesos tradicionales (partidos, prensa, sindicatos) son insuficientes ante corporaciones que superan fronteras y regulaciones nacionales.

El nuevo eje de la polarización

La polarización que antes se centraba en la pregunta “¿más Estado o más mercado?” pierde sentido frente a este panorama. El verdadero dilema ahora es otro: ¿cómo equilibrar la balanza frente a corporaciones que concentran el poder digital global?

La respuesta es relativamente fácil de exponer: no con las añejas ideologías, sino con instituciones capaces de regular en nombre del interés general. Pero dificilísimo de implementar: el Estado no puede retirarse ni contentarse con ser un árbitro pasivo; debe reinventarse como garante de transparencia, de la regulación algorítmica, protección de datos, la cooperación internacional y las nuevas formas de participación ciudadana en lo digital.

Este no es un debate menor. Si los Estados no asumen esa función, la gobernanza mundial quedará en manos de empresas cuyo único fin es el lucro, sin humanitarismo y menos basados en la ética. El riesgo ya no es solo la desigualdad económica, sino la erosión de libertades básicas: privacidad, autonomía, y la capacidad de deliberar sin manipulación.

Hacia un Estado del siglo XXI

Hablar de más o menos Estado es un falso dilema en el contexto contemporáneo. El reto está en construir Estados más inteligentes, éticos y cooperativos, capaces de enfrentar corporaciones que operan sin fronteras. Lo que implica: regular monopolios de datos y algoritmos, no solo de precios; proteger los derechos fundamentales en el entorno digital; fomentar la cooperación internacional para evitar que la regulación de un país se vuelva irrelevante; y desarrollar instituciones que combinen innovación tecnológica con control democrático. Un reto descomunal, y mayor aún si se advierte que fracasamos con el anterior, que consistía en lograr sociedades menos desiguales, superar la pobreza, erradicar la violencia y ejercer plenamente las libertades individuales.

El capitalismo digital exige un Estado con nuevas competencias, capaz de proteger la libertad y el bienestar en una era donde el poder ya no reside en fábricas o bancos, sino en códigos invisibles que organizan la vida social.

La polarización ideológica que parecía insulsa frente a los problemas del capitalismo contemporáneo resulta aún más inútil en la era digital. Mientras seguimos perdiendo el tiempo discutiendo sobre estatismo o anarquismo, el verdadero poder se concentra en plataformas tecnológicas que pueden moldear el futuro de la humanidad.

Hoy el debate no debería dividirse entre izquierda y derecha, sino entre quienes entienden la urgencia de regular democráticamente la IA y el Big Data, y quienes prefieren mirar hacia otro lado mientras las corporaciones diseñan el mundo a su medida.

El riesgo ya no es ideológico: es civilizatorio. Están en riesgo: la deficiente democracia que tenemos, las libertades individuales que aún conservamos, la precaria ética y el sentido humanidad que nos queda, y la sostenibilidad social. Nada menos.

Rafael Fonseca Zarate

¡El cambio también dice a las mujeres se les respeta!

En los últimos días, el presidente Gustavo Petro, a quien la historia reconocerá como el presidente del cambio, ha pronunciado una serie de intervenciones acerca de las mujeres que han suscitado reacciones encontradas, polémicas y dolorosas. Desde la mirada feminista, no podemos dejar de señalar que tales expresiones revelan un proceder errático, que pareciera. desconocer la densidad histórica de nuestras luchas y la sensibilidad política que merecemos.

No obstante, el gobierno del cambio también ha sido el gobierno de las grandes reformas: la reforma a la salud, la reforma pensional, la reforma laboral, la reforma agraria y la restitución de tierras. Todas ellas configuran un horizonte normativo y político que, en su profundidad, busca reducir las brechas de desigualdad, discriminación y exclusión que por décadas han perpetuado gobiernos centralistas, elitistas y patriarcales.

 

Estas reformas, en su conjunto, son conquistas que tienen el potencial de transformar las condiciones materiales de vida de millones de colombianas, especialmente de aquellas que históricamente han habitado la periferia, el campo, los barrios populares y los márgenes de la economía. Porque, aunque beneficien a toda la sociedad, es innegable que su incidencia sustancial recae en las mujeres, quienes han llevado sobre sus hombros el peso de la precariedad, el trabajo no remunerado y la violencia estructural.

Por eso, desde el feminismo reivindicamos el sentido profundo de estas reformas como herramientas para la justicia social y la dignidad de las mujeres. Y al mismo tiempo, exigimos coherencia: no basta con transformar las estructuras económicas y sociales si en el discurso público se perpetúan estereotipos o se emiten palabras que hieren y deslegitiman nuestras luchas.

En este sentido, con firmeza, pero también con empatía, le pedimos al presidente Gustavo Petro que elimine de su discurso cualquier descripción o comparación de los cuerpos de las mujeres. Las mujeres no somos metáforas ni adornos retóricos: somos ciudadanas plenas, constructoras de país, sujetas de derechos y protagonistas de las transformaciones que este gobierno impulsa. Lo que debe resaltarse en la palabra presidencial no son nuestros cuerpos, sino nuestros aportes, nuestras capacidades, nuestra formación y nuestro liderazgo en todos los escenarios de la vida social, económica y política.

El cambio verdadero exige no solo reformas estructurales, sino también un lenguaje político que honre la vida, la voz y la autonomía de las mujeres en Colombia.

Así que presidente, sabemos de su nobleza de pensamiento frente a la igualdad y a la capacidad de las mujeres, el que tiene boca se equivoca dice el refrán, pero de la misma forma se corrige.

De su discurso comparto plenamente el apoyo a Palestina, y la indignación por la descalificación de Trump por la lucha contra el narcotrafico, al modificar los percentiles de información y desconocer el trabajo realizado en la erradicación y sustitución de cultivos ilícitos, la incautación de pasta procesada y en proceso de envío al exterior, y rechazo igual que usted la guerra y estas mafias, que carcomen a las mujeres y sus familias.

Esperamos una intervención que nos permita ver su capacidad de escucha y resarza la palabra que lastimó los sentires de las mujeres, no nos queda mucho tiempo en este mandato, luego si hay afán, el cambio es ahora es con nosotras y el ahora es ya.

Marcela Clavijo

Régimen venezolano: un régimen de cero en conducta

¨La única esperanza de que las víctimas encuentren justicia recae en la comunidad internacional¨, así finaliza el primer párrafo, del no revelador, porque ya todo se sabía, pero si, demoledor informe de la Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela.

Refiriéndonos al apartado anterior, en donde se deja en manos de la comunidad internacional la solución de los abusos que la población recibe del régimen de Maduro, lo único que queda por decir, es que los ciudadanos venezolanos están jodidos; porque lo que ha existido por parte de la comunidad internacional es un juego que pasa de la indiferencia a la hipocresía, sino lo creen miremos el caso de México, Brasil y por supuesto Colombia.

 

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Bajo el argumento que las relaciones internacionales cumplen con la función de evitar conflictos, los países del globo prefieren esconderse en los argumentos de la diplomacia para evitar inmiscuirse con acciones directas, que enfrente de manera contundente realidades como las del vecino país; y las pocas que se toman, no son más que intentos desproporcionados, faltos de continuidad y de contundencia. Lo cual desemboca en al desfile de los discursos hipócritas que lo único que denotan es la verdadera intención que se tiene, la cual no es otra que la de mirar para otro lado.

Hoy mucho deberían entender la única acción que en los últimos años se ha tomado con cierta seriedad en este caso, me refiero a la acción del gobierno anterior, donde consiguió que muchos países reconocieran al presidente interino Guaidó.

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Leer el informe en su totalidad no deja de helar la piel; como no hacerlo cuando se habla de las 12 muertes en las que por lo menos están involucradas las fuerzas del régimen, pero lo que realmente sorprende es que en ninguno de estos casos, se haya avanzado de manera significativa en la debida diligencia de las correspondientes investigaciones por cada uno de los casos presentados.

El informe apunta a la represión que se presentó en los eventos post electorales, es decir después del descarado robo de las elecciones por parte de Maduro, quien es buscado por las autoridades de los Estados Unidos, y sus secuaces; un hecho más que demuestra la hipocresía de los países vecinos y la indiferencia del resto del mundo.

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En otros de sus capítulos, el informe habla de las más de 2.000 personas retenidas por estos bárbaros después que los venezolanos reclamaran, de manera justa, el respeto por los resultados de las elecciones. Sobre este punto el informe concluye, que mientras se liberaron un número considerable de esos detenidos, no sin antes torturarlos por supuesto, como es la maña de todo cobarde, también se realizaban nuevas detenciones contra miembros no solo de la oposición, sino también contra personas que eran independientes de esa situación, en los que se pueden contar muchos ciudadanos extranjeros.

Sin lugar a dudas una de los apartes que más dolor causa y que refleja lo miserable y lo inhumano de Maduro y sus cómplices, es el abuso a los que son sometidos los menores de edad. De acuerdo al informe, a más de 200 niños les propinaron golpes, pero también fueron víctimas de abusos sexuales, detenciones y tratos crueles; pese a todo lo anterior, este gobierno defiende al sátrapa de Maduro; bueno a este gobierno le encanta defender delincuentes es verdad. Pero da dolor e impotencia y mucha desilusión, tener un gobierno que cohonesta con esto.

Los índices de abusos descritos en el informe, superan toda imaginación y nos remiten a las películas más violentas de Hollywood, pero lo referido en el informe parece no importarle a gobiernos como el de Gustavo Petro, el cual ni siquiera considera que su aliado de al lado, lo echó al agua acusándolo que es nuestro país, el que Petro preside, el responsable de la coca que sale con rumbo a los Estados Unidos; lo único que deja ver esa relación es la lambonería de Petro a Maduro; y así hay algunos que dicen que nuestro presidente  es un ser inteligente… válgame Dios.

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Y mientras todo esto ocurre, el Gobierno norte americano, sigue enviando buques de guerra; ya son nueve, y por las calles de un país caribeño ya se pasean tanques de guerra de última generación, que sin lugar a dudas hacen parte del arsenal que el gobierno de Trump tiene preparado para lo que parece inminente. Ojalá el presidente Norte Americano haga lo suyo. 

Jefferson Mena Sánchez

¿En qué va la consulta de octubre?

El Consejo Nacional Electoral y la Registraduría fijaron para el 26 de octubre de 2025 la realización de consultas populares, internas e interpartidistas, concebidas como mecanismos para que los partidos tomen decisiones internas, que podrán ser presidenciales, destinadas a elegir un candidato único a la Presidencia, o legislativas, orientadas a conformar listas al Senado y a la Cámara. En la jornada participarán colectividades como el Polo Democrático, Alianza Verde, Centro Democrático, Partido Conservador, Cambio Radical, La U, MAIS, MIRA, Nuevo Liberalismo y otros movimientos. Aunque no será una sola consulta unificada, sí será un conjunto de procesos paralelos de partidos y coaliciones, cada uno con sus propias reglas, candidatos y desafíos jurídicos.

Capítulo aparte merece la consulta del Pacto Histórico, que enfrenta un alto riesgo jurídico tras la exclusión de Colombia Humana (del presidente Petro) y de Progresistas (liderada por María José Pizarro) de la fusión que otorgó personería al nuevo partido único. Esta decisión dejó en el limbo a varios aspirantes al Congreso y precandidatos presidenciales como la propia Pizarro y Gustavo Bolívar, privando al movimiento de un candidato único y de la posibilidad de construir listas legislativas conjuntas. Dicho panorama representa una amenaza real para la legitimidad del proceso, pues la fuerza más emblemática del Pacto quedaría sin un aval concreto. Aunque la coalición insiste en avanzar pese al galimatías jurídico, la consulta expone tensiones internas que pueden desembocar en divisiones, litigios y en una menor capacidad de articular listas unificadas y candidaturas sólidas de cara a las elecciones de 2026.

 

Para rematar, la polémica no solo es legal, también es política, toda vez que uno de los principales nudos lo constituyen Roy Leonardo Barreras y Daniel Quintero, candidatos cercanos al gobierno y con el beneplácito del mismísimo presidente, donde ambos conocen plenamente la lógica de los operadores políticos y la trama del poder, lo que les garantiza confianza en el petrismo sin ser vistos como traidores, pero al mismo tiempo son viejos actores reconocidos por todo el establecimiento político desde la izquierda, el insípido centro y también por las derechas: centro derecha, derecha media y “derechita vergonzante.

Aunque el caso de Roy es de analizar con mayor detalle, en la medida que  su trayectoria lo conecta con el Partido de la U, donde figura como fundador “santista” y cuenta con el respaldo de gamonales regionales, además de haber defendido una agenda liberal y progresista dentro del Pacto Histórico, podría sumar apoyos de la U, del Partido Liberal, de sectores moderados de Cambio Radical y del Partido Conservador, todos los que hacen parte  del establecimiento que históricamente comparte la misma cobija del poder. A este respaldo se añadiría el de la izquierda en una eventual segunda vuelta, que vería en él a un escudero leal de Petro desde la campaña pasada. En conjunto, Barreras representa más de lo que cualquier otro candidato podría ofrecerle al presidente y a los políticos tradicionales para mantener su estatus.

Por los lados del centro político está el ya insípido Sergio Fajardo, quién aspira sórdidamente en llegar hasta la segunda vuelta presidencial (de haberla)  en absoluta soledad, sin ninguna clase de consulta, aunque vale la pena decir que la mejor descripción de su posición se la escuché al ministro  Benedetti cuando lo comparó con la trilogía de la película Volver al Futuro: “siempre es el mismo candidato, el mismo tipo, el mismo destino, con el mismo comienzo y el mismo fin”; es decir, que es el “Marty McFly” de la política colombiana, que dará los mismo resultados de no corregir el rumbo en que le puede ayudar su costosísimo asesor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí por 100 mil dólares mensuales (contratado hace unos días atrás).  Benedetti no ahorró palabras ladinas para decirle al siempre austero fajardo que ojalá le ayude en algo el estratega catalán  para que deje se ser tan “amanerado, por los muñecos de títeres”.

En la orilla verde-morada aparece Claudia López, quien hasta hace poco lograba reunir a un sector importante de colombianos que la veían como un centro más estructurado, crítico y con experiencia ejecutiva, en contraste con el desdibujado verde fajardista. El mismo polémico Benedetti recordó que era la mejor posicionada hace unos meses, y advirtió que ella debió quedarse en el centro para tender puentes con varios sectores políticos, pero su desplazamiento marcado hacia la derecha, le hizo perder ese enfoque inicial que hoy refleja un estancamiento peligroso de su precampaña, concluyó el ministro.

Y desde luego, la derecha del show está a cargo de Abelardo de la Espriella, que puede empezar a reflejar un declive a la baja, en un meteórico zambullido político, aunque se sostiene muy  potencializado en las virtuales redes sociales pero con una escasa fuerza política real sin propuestas ni respaldo real (es decir, todo irreal), sumado a que lo persigue su pasado como abogado de Alex Saab, señalado testaferro de Maduro. Mientras Vicky Dávila mejora en percepción después de 2 meses sin rumbo, producto del atentado al senador Miguel Uribe Turbay, que la desubicó entre las idas a la Clínica y las agudas críticas cuando trasladó su directorio político a la Santafé limitándose a culpar a Petro por todo,  sin ofrecer propuestas para Colombia, pero ella debe entender que su imagen mejora en la calle porque ha empezado a confrontar a su rival directo que es Abelardo de la Espriella.

Dicen por ahí que estamos ante un nuevo síndrome del “Abelardo-Benedetti”, cuya fusión caribe confunde las polémicas identidades del ministro y del mediático abogado, constituyéndolos como dos actores políticos opuestos, pero igualmente histriónicos, capaces de mover fichas o desordenar el tablero electoral con sus actuaciones, lo que conlleva a que la gente empiece a confundirlos y se vuelva un arma de doble filo para el Petro-Uribismo, pero le pone picante al debate polarizante. Sumado a que los dos piensan en voz alta que los demás candidatos son “histéricos, parecen una caja de pollitos”, y que todos los candidatos están flojos, aunque para el ministro del Interior no superan 7% en las “amordazadas” encuestas, pero se decanta por unos nombres que podrían dar sorpresas: Iván Cepeda, Juan Carlos Pinzón, Vicky Dávila, Claudia López y Roy Alejandro Barreras. Desde luego que no menciona a su alterego barranquillero, pero allí está más vivo que histérico.

Todo lo anterior aplica siempre que no irrumpan multimillonarios capitales capaces de distorsionar la opinión pública, toda vez que la verdadera legitimidad electoral no depende de cifras infladas, sino de propuestas sólidas y verificables; por ello, la regulación de encuestas, fruto de un consenso multipartidista, buscó preservar la equidad democrática y evitar el surgimiento de ‘outsiders’ multimillonarios al estilo Rodolfo Hernández 2.0, sostenidos en el show, las redes y las grandes inversiones mediáticas.

En conclusión, el escenario electoral de octubre está marcado por consultas enredadas, tensiones internas y candidaturas debilitadas, con el Pacto Histórico en riesgo de perder legitimidad entre decisiones jurídico-políticas con polarización y espectáculo mediático, aunque la preservación de la democracia dependerá de propuestas serias y de contener la influencia de capitales multimillonarios que agranden candidatos enanos.

Luis Fernando Ulloa